GETAFE/Palabra de concejal (11/03/2019) – Tras la masiva movilización feminista que tuvo lugar la pasada huelga el 8 de marzo de 2018 podemos decir con soltura, que esta jornada histórica y todo el proceso que llevó finalmente a su materialización, ha actuado como un revulsivo importante en el tablero político de este país. Un movimiento autónomo, apartidista, organizado en asambleas locales coordinadas por todo el Estado y extraordinariamente diverso en su composición, había logrado lo que ningún partido, y digo ninguno de los que se dicen feministas, ni soñaba conseguir.
Lo mismo le ocurrió a parte del movimiento sindical -con la notable excepción de CGT y CNT que han apoyado la huelga y le han dado cobertura legal desde el primer momento-, que como se dice coloquialmente “no daba un duro por esta jornada” y convocó tímidamente tan solo un paro de dos horas. Sin rencores: rectificar, aunque sea poco a poco, es de sabios y de sabias y este año CCOO lo ha ampliado a algunas federaciones como la de enseñanza. El movimiento sindical, como decimos, hace mucho tiempo que, por desgracia, no logra una movilización ni parecida.
Este escenario de extraordinaria efervescencia ha dejado a algunos agentes sociales y partidos ante la tesitura de decidir si arremeten directamente contra este movimiento e intentan capitalizar los réditos electorales del machismo más rancio -véase el Partido Popular y su hermano menor “Vox”, que han decidido inclinar la balanza hacia ese lado- o intentar torcerle el brazo al movimiento feminista y crear una división que disminuya el peso del movimiento autónomo y aumente el peso del institucional. Esta última es exactamente la estrategia que el Partido Socialista está llevando a cabo en todas y cada una de las asambleas en las que ha tenido presencia. Su excusa no es como la de Ciudadanos, que sin más no se siente representado por un feminismo que no es de élites, es todavía más grave: utilizan uno de los temas más controvertidos y en el que apenas existe consenso “la prostitución”, para dividir y debilitar las asambleas locales que con tanto esfuerzo y escasez de medios organizan las movilizaciones en los pueblos como es el caso de Getafe.
La asamblea 8M de Getafe, que acoge a mujeres organizadas que quieran participar a título individual en sus asambleas y actividades, ha padecido también esta estrategia por parte del Partido Socialista, como denunció la propia Asamblea en un comunicado, con el intento de imponer contenidos no consensuados y muy controvertidos, y rompiendo la baraja en el caso como se ha dado, de que no sean asumidos por este espacio plural y autónomo. La asamblea de Getafe ha resistido estos envites y entonces el gobierno municipal con la primera alcaldesa mujer al frente del municipio, Sara Hernández, ha pasado a la estrategia todavía más dura de intentar desprestigiar al movimiento feminista autónomo de Getafe y a contraprogramar sus actividades.
El movimiento feminista y esta nueva jornada histórica de 2019 ha logrado desenmascarar sin pretenderlo, pues no ha dejado de ser un intento de debilitarlo, que todos los partidos nos veamos las caras frente al feminismo. Una verdadera lástima, que algunos solo entiendan la lógica del conmigo o contra mí.