GETAFE/Rincón psicológico (07/03/2019) – En la semana del día de la mujer, he pensado mucho sobre cómo enfocar este artículo, como mujer y como profesional. Podría escribirlo en cualquier otro momento del año, pero ahora son días de mayor reflexión, más comentarios y conversaciones sobre el papel de la mujer en nuestra sociedad, los roles y estereotipos que te permiten ir un poco más allá.
Y es que ser mujer en nuestra sociedad no es tarea fácil. Las dificultades del día a día de cualquier persona: Estrés, ritmos de vida acelerados, competitividad, difícil conciliación de la vida personal y laboral… se unen a los obstáculos que nos ponen, y ponemos, por nuestro género: Techos de cristal, preguntas y expectativas sobre nuestra maternidad, exigencias, rol de super mujer que abarca y hace todo, machismo, patriarcado y otros males.
Todo esto, los géneros y la sociedad está en constante evolución, los cambios requieren tiempo. Y en ello estamos. Hemos avanzado mucho, pero mucho, en pocas generaciones, ahora las mujeres somos más dueñas de nuestra vida, aunque aún, quede mucho por hacer.
Pero ante tantas ideas y reflexiones, me asaltaron las dudas, después la indignación, enfado, tristeza y demás emociones… Pensando en por qué seguimos tan enredados en la diferencia sexual como elemento de separación y no en lo enriquecedor de la diversidad.
La igualdad real entre sexos, entre personas no existe, y menos mal, que aburrido ser todos iguales ¿no? Deberíamos enfocarnos más en resaltar la diversidad, sea cual sea, sin que haya mejores y peores en esas diferencias, es decir, lo contrario a la discriminación.
Las diferencias sexuales son una realidad, y en mi opinión, lo femenino tiene muchas ventajas, obviamente, lo masculino tiene otras.
Cuando hablo de lo femenino y lo masculino lo visualizo como una línea continua. La mayoría de las mujeres y algunos hombres se ubicarán en un extremo del continuo donde está “lo femenino”. Así como, la mayoría de los hombres y algunas mujeres estarán en el lado opuesto donde está “lo masculino”. Entre ambos extremos habrá grises y colores intermedios donde habrá hombres y mujeres.
Creo que un gran reto al que nos enfrentamos es a poner en valor lo femenino en nuestra sociedad. Me parece importante hablar de lo que nos limita, pero mucho más relevante es contar cómo se hacen las cosas desde lo femenino, sin ocultarlo, forzarlo o negarlo, si no aportando su valor. Me recuerda un poco a las situaciones en las que los políticos hablan tanto de lo mal que lo hacen los demás que se olvidan de contar lo que van a hacer ellos. Este sería un ejemplo de la diferencia que separa y discrimina, no de la diferencia como valor.
El estilo de comunicación está directamente relacionado con el tipo de relaciones que se establecen. Las mujeres buscan relaciones de intimidad, entendiendo esta como establecer lazos profundos. Compartir las vivencias, entender a los demás, sentirse escuchadas y comprendidas.
Esto no significa que no puedan establecer relaciones más superficiales, si no que necesitan de las primeras para disfrutar también de éstas.
El liderazgo femenino, se caracteriza por estar orientado a las personas, es bastante horizontal, donde las opiniones de los demás cuentan. Con tendencia a la cooperación, comunicativo, transparente, donde las personas suman. Generalmente quienes tienen este estilo de liderazgo son capaces de involucrarse en muchas tareas por lo que pueden tratar y decidir sobre diferentes temas simultáneamente.
Definitivamente esta es una de las grandes tareas pendientes. Como ya hemos dicho lo masculino y femenino es un continuo. La mayoría de los puestos directivos, estén ocupados por hombres o por mujeres, no siguen el estilo de liderazgo femenino.
Muy relacionado con el tipo de relaciones que establecen y la comunicación, los trabajos más elegidos por mujeres son los que implican el trato con personas. Que por lo general, están infravalorados socialmente, independientemente de su importancia.
La erótica femenina o expresión de la sexualidad es corporal, de recorrido. Disfrutando mucho más de diversas prácticas intervengan o no los genitales. Esto les permite tener un abanico mucho más amplio de opciones a la hora de tener un encuentro erótico. Podemos decir que es una sexualidad grande, porque se disfruta de la piel, que es el mayor órgano sexual que tenemos en el cuerpo.
En definitiva lo femenino tiene mucho valor, mucho que aportar desde la diferencia, desde lo particular de cada persona. Queda mucho recorrido, aprovechemos el camino para continuar creciendo y sin perder de vista todo lo que tenemos.
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