GETAFE/Rincón psicológico (29/03/2019) – Existe una tendencia en estos últimos años a hablar del poder terapéutico de los abrazos y de las caricias. Se escriben artículos donde se refuerza el papel de esta tendencia que cada vez gana más adictos. Se instruye a los padres desde una educación auténtica y emocional que refuercen a sus hijos no sólo con palabras positivas y favorables sino que se les enseña a abrazar a sus hijos cada día. Cada vez son más los lugares donde se sale a la calle con carteles de “Abrazos Gratis” donde se conforman grupos que desarrollan quedadas para ir a abrazar y grupos de amigos y conocidos que quedan para pasar tardes “acariciándose” sin más pretensión que esta.
Si nos estamos encontrando en estos últimos tiempos con estas tendencias las cuales ya no nos sorprenden imagino vendrá a decirnos que ya no es solo teoría sino que esto de los abrazos, de la ternura, del contacto y de las caricias habla mucho más.
Hace poco tuve la suerte de vivir un seminario de contacto y ternura” me habían hablado mucho de estos talleres y he de reconocer que mi inquietud constante y mi aire explorador de empaparme de nuevas tendencias para poder luego ser comentadas practicadas y debatidas se me hizo muy presente y asistí a uno de estos seminarios residenciales.
Acudí a este taller sin más pretensión de ser yo misma conocerme un poco más y he de reconocer que un poco superar esa “lucha interna” de la palabra ternura, reconozco que ha sido un término que ha llevado a grandes equívocos socialmente hablando vinculándose ternura con vulnerabilidad, sensibilidad, etc. Pero cuál fue mi sorpresa cuando de lo que se trababa el taller iba de otra cosa iba de que nos pasa con eso de la ternura de darle varias formas y vueltas y de cómo hacerla acompañante de nuestras vidas.
Porque si hay algo que he ido aprendiendo a lo largo de los años y que los pacientes me han ido enseñando es que sin ternura sin caricias y sin esa parte afectiva es muy difícil vivir, que no imposible pero sí muy difícil.
Se dice que cada vez que somos abrazados las células se nos regeneran, nuestro estado de ánimo cambia sustancialmente y nos sentimos protegidos si esto tiene un poder tan profundo en nuestras células ¿por qué no practicarlo de forma más regular?
Se dice que las caricias alimentan el alma, los seres humanos incluso los animales sin el contacto físico les sería muy difícil sobrevivir ( la psicología está llena de estudios al respecto de niños en orfanatos que fueron los primeros años de sus vidas criados sin esa parte de afectividad los resultados son bastante esclarecedores)
En las residencias de tercera edad se empieza a formar a los profesionales en estas dinámicas para que formen parte de los talleres y si, la verdad, que no es que haya que enseñar a acariciar y a abrazar pero sí a concienciar desde argumentos avalados ya rigurosamente que esto de las caricias, la ternura y los abrazos tienen un gran poder terapéutico.
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