Finalizadas las fiestas evaluamos los daños, que se sustancian en dos tallas más de pantalón y algo parecido en la mitad superior. Es tendencia apuntarse al gimnasio, para ir el primer día y dejarse llevar después por la molicie, las farmacias engordan con los productos adelgazantes (que solo adelgazan la cartera) y las ensaladas brotan en las mesas como en una primavera adelantada. Pocos resultados para tanto esfuerzo. Se impone un método infalible, poner el plato en la mesa (da igual el guiso y la cantidad) a la hora de los informativos en televisión; se te quita el hambre durante horas, con el añadido de que el cabreo interno activa el metabolismo que da gusto. No falla, alguna consecuencia positiva teníamos que sacar de tanta podredumbre.