GETAFE/La piedra de Sísifo (11/12/2018) – Se habla y no se para del “fenómeno VOX”, como si la capitalización del voto del cabreo fuera algo original, que nadie haya hecho antes y nadie vaya a conseguir después de ellos. En Europa saben muy bien de qué estamos hablando y, lamentablemente, el vaivén cíclico de la Historia nos acerca a una deriva ultranacionalista ya conocida por sus nefastas consecuencias para nuestro continente y sus habitantes. Pero ¿qué propugna realmente VOX? ¿Qué políticas están apoyando con su voto quienes introducen esa papeleta en la urna?
Alentados por torpezas las cometidas por la gestión de este asunto por el Partido Popular, mayor productor de independentistas de la historia, que arrancó con el recurso al Constitucional de un Estatut que copió literalmente la Comunidad Valenciana y ahí no pasó nada porque gobernaban ellos; lo que verdaderamente pretenden es sacar los tanques a la calle e imponer por la fuerza un sello de españolidad que agravaría aún más el problema de quien no se siente cómodo, por otros motivos, en una estructura nacional razonablemente descentralizada. Su fin último, que es la eliminación de las autonomías, volvería a meter por la fuerza a ciudadanos diferentes, con concepciones distintas de la cultura, la lengua o la vida, en un uniforme que estallaría por las costuras haciendo un daño irreparable a la convivencia pacífica entre españoles.
Es curioso que quien más se ha beneficiado, explotando esta mano de obra en condiciones de semiesclavitud en la recogida de fruta o la construcción, sea quien eche gasolina a este fuego con noticias falsas. Siguiendo el modelo Trump, se vocea a vena hinchada lo de “los españoles primero” cuando por detrás los desprecian porque quieren trabajar en condiciones dignas y cobrando un sueldo, no a cambio de cama y comida. Cuando hablan de escandalosas cifras de “turismo sanitario” y personas de otros países que viene a España a operarse, convendría que dijeran que 9 de cada 10 son europeos, británicos, alemanes y franceses sobre todo. No sé cómo pretenden pagar esas jubilaciones dignas de las que hablan los chicos de la ultraderecha, si prescindimos de las necesarias cotizaciones que aportan los inmigrantes y, si además, defienden reducir los impuestos a la mínima expresión, también según el modelo americano, de modo que tengas que pagar por todo: educación, sanidad, medicinas, cuidado de dependientes, etc.
Cualquier cosa que no sea una mujer sumisa, obediente y en un nivel inferior al hombre, es denostado y tachado de feminazi para arriba. La igualdad real entre hombres y mujeres se demuestra con medidas, leyes y propuestas, no con insultos, negación de derechos, agresiones verbales y físicas o difusión malintencionada de noticias falsas, como unas delirantes cifras de violencia feminista hacia los hombres que no están basadas en nada, ni nadie confirma. La derogación de leyes como la de Violencia de Género o del Aborto solo persiguen someter a la mujer a un estatus de obediencia al varón o atenerse a las consecuencias.
El único parachoques que nos protege literalmente del peligroso auge de los ultranacionalismos es la pertenencia a la Unión Europea, fuera de ahí estaríamos a expensas del capricho del gobernante populista de turno que, alimentando con odio las reacciones viscerales de sus votantes, acabaría como ya sucedió hace 80 años. Europa nos necesita a todos pero, sobre todo, nosotros necesitamos a Europa, aunque solo sea económicamente, porque buena parte de la modernización fulgurante de España en estas últimas tres décadas se ha financiado y lo sigue haciendo por Europa.
Tiene mucha gracia que, quien ha vivido muy bien de las subvenciones toda su vida, sin dar un palo al agua jamás, Santiago Abascal, hable de eliminar las subvenciones. Pero, ojo, solo las de los partidos políticos o sindicatos. Insisto, tiene mucha gracia que no se hable del colectivo que más subvenciones percibe del Estado, cobrando 10 veces más que todos los demás juntos: la Patronal. ¿O es que el sostén económico de VOX no procede de ahí?
Podría seguir con otras propuestas peregrinas como la construcción de un muro, otra vez Trump, con Ceuta y Melilla, la promoción de la tauromaquia (con subvenciones, aquí sí) o la liberalización del suelo de modo que España sea una selva donde no haya espacios naturales protegidos y, si tienes dinero para ello, construirte una mansión en plenos Picos de Europa, por ejemplo.
Entiendo que haya gente cabreada y mucho, todos lo estamos en mayor o menor medida y según qué días y con qué hechos; pero no creo que en Getafe haya 5.000 personas ciegas de odio que, con su voto, den alas a todo lo anteriormente expuesto (y esas son las propuestas que han confesado, que hay otras peores que mantienen en secreto). Creo en gran mayoría que somos personas inteligentes y, como tales, dedicaremos al menos cinco minutos a pensar antes de decidir nuestro voto. No solo está en juego nuestra felicidad, también la de los que vienen detrás…