Todos los seres humanos nacen iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.
(Artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos)
GETAFE/El aula sin muros (13/12/2018) – El pasado 10 de diciembre se celebró el septuagésimo aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Cuando se proclamó en el año 1948 se vivían las consecuencias de los horrores sufridos en la segunda guerra mundial y latía la voluntad y el deseo de que aquellos acontecimientos no se volviesen a repetir nunca más.
Este documento pone el acento en la radical igualdad y derechos de todos los seres humanos, en el comportamiento fraterno y el respeto mutuo: un buen programa educativo.
Es bueno reconocer que si en estos setenta años de andadura, la realidad no siempre se ha correspondido con tan buenos deseos, sí se han producido avances importantes, convirtiéndose en referentes en la construcción de cualquier sociedad democrática. Los derechos humanos todavía siguen siendo pisoteados y violados por muchas instituciones y estados no democráticos y persisten grandes carencias en países que se reclaman democráticos, como los de la vieja Europa.
La educación en el ámbito de los derechos humanos debería ocupar un lugar destacado en nuestras escuelas y así se especifica en su articulado:
La educación tendrá por objeto el pleno desarrollo de la personalidad humana y el fortalecimiento del respeto a los derechos humanos y las libertades fundamentales; favorecerá la comprensión y la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y todos los grupos étnicos y religiosos; y promoverá el desarrollo de las actividades de las Naciones Unidas para el mantenimiento de la paz
(Art. 26.2 de la D.U.D.H.).
Inexplicablemente los gobiernos conservadores se han negado a incluirla en el currículum e incluso, ellos que promueven el adoctrinamiento religioso en la escuela, se atreven a tachar de doctrinaria la educación en valores. Si la LOE introdujo una asignatura de Educación para la Ciudadanía, la LOMCE la hizo desaparecer. Ahora el nuevo proyecto de ley, desarrollado por el actual gobierno, propone restituir una asignatura de Educación en Valores Cívicos y Éticos.
Nosotros defendemos que exista esta asignatura y consideramos que la educación en valores debe convertirse en un eje transversal que impregne toda la vida de los centros y que tenga una vertiente práctica ligada a la práctica de la tolerancia, el respeto mutuo y la convivencia positiva. Debe ser una educación que afecte al conjunto de la personalidad humana de forma que vaya generando un compromiso progresivo con la defensa de los derechos humanos de todas y todos.
Creemos que existe un gran desconocimiento en nuestra sociedad sobre el contenido de la citada Declaración Universal de los Derechos Humanos y su posterior desarrollo. Esto requiere educar en tres perspectivas que deben ser complementarias:
La celebración de estas onomásticas cobran sentido si se aprovechan para renovar el compromiso de formar una ciudadanía que contribuya, de forma efectiva, a lograr una sociedad más justa, más igualitaria, más pacífica y, en consecuencia, más feliz. Ese debe ser el objetivo último de la Educación.
Escuela Abierta es un movimiento de renovación pedagógica que surgió en Getafe en el año 1981 y que tiene entre sus objetivos la construcción de un modelo de Escuela Pública universal, gratuita, inclusiva, científica, pacifista, ecológica y laica.