GETAFE/In memoriam (15/11/2018) – El pasado miércoles 14 de noviembre fallecía Manolo Cortés, vecino de nuestro pueblo desde hace muchos años pero sevillano de nacimiento. Manolo fallecía a los 93 años después de luchar como un jabato contra diversas enfermedades. Quienes le conocían señalaban que su capacidad de lucha le había hecho sobrevivir tantos años en estas condiciones.
Hasta última hora, a pesar de sus limitaciones físicas, siempre que pudo participó en todo tipo de actos y movilizaciones. La última vez que lo intentó fue el día 8 de este mismo mes en el homenaje al alcalde Lastra fusilado en el año 1940. Este acto se realizó en el espacio Mercado y no pudo subir a la sala porque el ascensor no funcionaba. Le había visto el día anterior en el hospital. Los médicos le habían desahuciado, iba ya en silla de ruedas y era dependiente total, pero seguía luchando.
Siempre se dicen estas cosas cuando muere una persona apreciada. En este caso hablamos de una persona especial.
Manolo Cortés Casas se vino de Sevilla, huyendo porque ya estaba organizado en el PCE y la guardia civil le seguía de cerca. Tras trabajar en otras empresas, entró en John Deere, entonces Lanz Ibérica. Su trabajo de técnico y delineante fue interrumpido durante unos años, por su despido por encabezar una campaña por las ayudas familiares. Los famosos puntos. En los tiempos difíciles dio la cara con sus compañeros, algunos como Jerónimo Martín y Julián Rebollo, siguieron su camino en el despido. Se trasladó a Zaragoza donde fue detenido y torturado. Perdió el conocimiento, no sabe durante cuánto tiempo, por las torturas recibidas y comentaba que creía que había estado muerto. Estaba orgulloso de no haber delatado a nadie.
Mientras él sufría torturas, su mujer y sus hijos estuvieron sentados enfrente de la cárcel con una pancarta pidiendo solidaridad con Cortés.
En 1977 con la amnistía laboral volvió a John Deere, al departamento de diseños. Allí estaban los tableros de dibujo donde trabajaba haciendo y modificando planos. Su jefe comentaba lo cabezón que era porque la rúbrica de los planos la hacía con la paloma de la paz de Picasso. Así salían tan bonitos los planos de John Deere rumbo a los talleres.
Allí trabajó hasta su jubilación. Nunca fue dirigente. Nunca estuvo liberado. Nunca cobró de otra cosa que no fuese de su salario como trabajador. No fue gran dirigente, solo tuvo pequeños cargos. Siempre con su Mundo Obrero debajo del brazo. Con sus hojas de firmas. No era un gran teórico, pero siempre clamaba por la unidad de la izquierda.
Uno de los imprescindibles. De los que no buscaba otra satisfacción que la de cumplir son su deber militante.
Los últimos años batalló desde una asociación de enfermos mentales para ayudar a quienes se encuentran metidos en este infierno desconocido y abandonado por los poderes públicos. Desde ahí luchó por su hijo al que dedicó los últimos años de su vida. Los años que no le pudo dedicar de pequeño, como le hubiese gustado a causa de su compromiso y la persecución.
Hasta siempre Manolo
El entierro será hoy jueves 15 de noviembre a las 12.45 en el cementerio de Getafe