GETAFE/La piedra de Sísifo (27/11/2018) – La semana pasada se aprobó en Pleno la aplicación de una restricción de tráfico que, aunque en principio polémica, no se ha valorado suficientemente. Se trata de la limitación a 30 Km/h de la velocidad en las vías urbanas de Getafe con un solo carril por sentido. Así, de sopetón, puede parecer una limitación incómoda y difícil de cumplir pero conviene reflexionar un poco sobre ella.
Quienes circulamos a diario por nuestras calles, es decir, el 99% de quienes leemos esto, a poco que nos fijemos descubriremos una legión de conductores irresponsables que, bien circulan a una velocidad inapropiada para una vía urbana, bien hacen caso omiso a normas y señales de tráfico, bien consideran los pasos de peatones un “territorio de caza”, bien están más pendientes de lo que sucede en su teléfono que del tráfico y un etcétera con letras de neón intermitente de 3 metros de alto. Todos estos son los causantes directos que la implantación de este tipo de medidas porque, si todo el mundo cumpliera la normativa en materia de tráfico, no serían necesarias.
Conviene conocer que, circulando a los denostados 30 Km/h, en un segundo de distracción al volante se recorren 8,33 metros, distancia más que suficiente para provocar un accidente. Está comprobado que las lesiones por atropello a más velocidad (por poner un ejemplo, si te caes de un cuarto piso, aterrizas a 40 Km/h y podemos imaginar el daño que hace) alcanzan un alto porcentaje de lesiones de gravedad o, incluso, la muerte de quien lo sufra; en cambio, a una velocidad de 30 o menor, la incidencia de la gravedad de las lesiones se reduce considerablemente.
Otro factor empleado para criticarlo es la posible causa de atascos o desplazamientos larguísimos en el tiempo. Quizá venga bien conocer que los atascos suceden cuando una vía no puede absorber un determinado número de vehículos que se desplazan a una determinada velocidad y que, reduciéndola hasta la apropiada para las características de la vía, el tráfico discurrirá más lento pero de forma constante. Este principio es válido para calles, avenidas, carreteras o autopistas; es de aplicación general pero nunca se lleva a cabo.
Ahora bien, de un tiempo a esta parte están proliferando por nuestras calles y ciudades otras modalidades y vehículos de transporte “sostenible”, los famosos patinetes, que se unen a la clásica bicicleta. Sorprende, asusta y cabrea ver a cualquiera de estos circulando por las aceras a una velocidad muy superior a lo razonable (entiéndase como tal, la que lleva un peatón que camina deprisa, alrededor de 6 Km/h), con frecuencia van a más de los 30 Km/h, y reaccionan con bastante mal talante cuando les pides que circulen por la calzada. Tal y como se está poniendo este asunto, los riesgos que corren sus usuarios y los que nos hacen correr a nosotros, sería importante regular lo antes posible todo lo relacionado con su uso y, si fuera necesario, someter a algún tipo de test a quien acceda por primera vez a su manillar para que conozca con precisión sus derechos, obligaciones, permisos y obligatoriedad de respetar a los peatones.
Hablando de peatones, tampoco estaría mal, dar un repasito generalizado en seguridad vial, mediante charlas, folletos, etc., que a veces son las víctimas y, en otras ocasiones, los causantes de situaciones peligrosas.
A pie o en vehículo sobre ruedas, hazme un favor: Sé feliz.