GETAFE/Palabra de concejal (01/10/2018) – Aunque por el título pudiera parecerlo no voy a hablarles del ruido, aunque por las consecuencias negativas que tiene para nuestra salud, bien podría dedicarle un artículo de opinión.
Pero no, hoy no voy a hablarles de ese ruido que se mide en decibelios.
Voy a hablarles del ruido mediático, esa técnica que consigue que algo nos cause a la mayoría un gran impacto y por ende genere gran interés en los medios de comunicación.
Una de las características de este ruido es que se habla de ello en un periodo específico de tiempo. Es una técnica que le da muy buenos resultados a un fabricante de móviles que consigue que en cada lanzamiento haya largas colas de consumidores esperando a hacerse con el último modelo.
Hoy en día, con la influencia de las redes sociales, esa técnica se ha trasladado también a la política (mucho más avanzada que el famoso “pan y circo”).
Algunas veces, aunque no podamos medirlo, el ruido es de tal magnitud que nos deja sordos (viñeta de El Roto, mayo 2012).
Como muestra, díganme cómo es posible que en este país que está por debajo de la media europea en índice de lectura, parece que nos hemos puesto todos a leer la tesis doctoral del presidente del Gobierno.
Podría llevarnos a pensar que este interés viene dado por haber llegado ya a la plenitud de nuestro sistema democrático y por ende nos preocupamos para que nada afecte a su salud.
¡Ojalá fuera ese el motivo! Pero no, casualmente coincide en el tiempo con otro máster. Con el escándalo del recién elegido presidente del Partido Popular quien consiguió su título de máster sin tan siquiera ir a clase ni a los exámenes, quien convalidó en su carrera 18 de las 22 asignaturas de que constaba, obteniendo además notas de sobresaliente.
Podría entretenerme en ese ruido que viene de Cataluña y que silencia el 3%, la sanidad o su política fiscal, pero, como siempre, por aquello de la extensión del artículo, no voy a poner más ejemplos de este tipo, aunque hay muchos, porque el escándalo y el ruido es, desde hace tiempo, constante.
Sí quiero detenerme un momento en ese otro ruido mediático que a mí me parece más música que ruido, y es el que consiguen hacer, de vez en cuando, algunos colectivos.
Gracias a él se ha podido poner el foco, por ejemplo, en la violencia de género, en la subida de las pensiones, en las condiciones laborales de algunos colectivos, o en clave local, en la situación que viven nuestros niñas y niños rodeados de obras en colegios sin terminar.
Mientras unos tratan de aturdirnos con su ruido para desviar nuestra atención de la realidad, otros gritan para que no olvidemos.
Porque ruidos hay muchos.
“Ruido como sables,
ruido enloquecido,
ruido intolerable,
ruido incomprendido.”(Joaquín Sabina)