GETAFE/Akelarre (05/10/2018) – Es viernes y el cuerpo lo sabe, volvemos con el Akelarre, preparen sus escobas que vamos a limpiar el polvo patriarcal que ensucia nuestras vidas y luego echamos a volar.
Es cierto que el hecho de volar hace que aumente el riesgo de que nos echen a la hoguera del siglo XXI, pero como dice La Otra:“Dicen que da miedo la libertad, no sentirla nunca más miedo me da”.
Estamos viviendo tiempos contradictorios: por un lado vemos cómo nos asesinan, cómo nos insultan cuando denunciamos, cómo nos quieren comprar; pero a la vez vemos cómo las nuestras toman espacios, se organizan, se defienden y además se agarran de las manos para preparar la ofensiva contra este sistema patriarcal que tanto nos jode la vida.
Y digo todo esto porque tengo sensaciones agridulces, no hay día que no haya una noticia que te remueva las entrañas, ¿habéis escuchado al juez que llamaba a una mujer que había denunciado por violencia de género “hija de puta” y “bicho”? Un documento escalofriante que evidencia que no son casos aislados, sino que son cuestiones estructurales que requieren una intervención radical para solucionarlas. Por otro lado, decía lo de agridulce, porque la parte buena de todo esto (si la podemos calificar como buena) es que es noticia, es que se ha desnaturalizado, es que pese a todos los ataques de los machirulos se está sacado a la luz las opresiones y ya sabéis, lo que se nombra existe y si existe se puede solucionar.
Pero además, llevo unos días con la memoria a flor de piel y el presente más vivo que nunca. Hablaba con una amiga sobre el 81 Aniversario de la consecución del voto para las mujeres durante la República, el empuje de las mujeres, el discurso de Clara Campoamor y su frase “la libertad se aprende ejerciéndola” y cuál fue el coste para las mujeres que ejercieron la libertad durante la República, la defendieron en la Guerra Civil y la reivindicaron en la clandestinidad. No, no iban a la hoguera, iban a las cárceles, a los muros de fusilamiento o la ostracismo social.
Y os contaba que tengo la memoria a flor de piel, porque el domingo pasado enmarcado en la fiesta del PCE se homenajearon por primera vez a las mujeres que habían militado en esa clandestinidad y que tanto les costó sobrevivir pero siempre buscando un huequito donde ejercer esa libertad. ¿Recordáis lo que os contaba en el Akelarre de “Eran Clandestinas”?
¡Qué duro es ejercer la libertad cuando lo tienes todo en contra, jueces, políticos, banqueros, maridos, patrones! ¡Cuánto tenemos que pagar primero por ser mujeres y segundo por ser libres! Antes nos echaban a la hoguera por “volar”, después nos encarcelaban por pensar y hoy nos maltrataban psicológicamente por decir y hacer contraviniendo a los intereses del patriarcado.
Pero pese a lo duro que es ejercerla, qué bonito es saber que junto a otras podemos seguir construyendo un mundo en el que las mujeres seamos tratadas y respetadas como personas, qué bonito es romper moldes con tus amigas, con tus hermanas, con tus compañeras y saber que si nosotras no nos conformamos y seguimos en la lucha pese a todo otras lo tendrán mucho más fácil para desarrollarse en lo individual y en lo colectivo.
Compañeras, sigamos luchando para construir otra sociedad en la que parafraseando a Rosa Luxemburgo “en la que seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres”.