Seguimos por aquí aguantando el temporal
cada uno lo soporta según cómo le va.José Antonio Labordeta
GETAFE/Todas las banderas rotas (03/10/2018) – Quizá de forma ilusoria o ingenua algunos pensábamos que los partidos que hicieron posible el triunfo de la moción de censura, la expulsión del poder de M. Rajoy y el PP y, consecuentemente, la formación de un gobierno del PSOE, se iban a ocupar de los asuntos que, de verdad, interesan a la ciudadanía. ¿Cuáles son estos?
He querido, asumiendo la sugerencia que hace unos días nos hacía Iñaki Gabilondo, analizar la parte de la última encuesta del CIS de la que, más allá de la cantidad de votos que pudiera obtener un partido u otro, no hablan los medios ni mencionan los políticos. Veamos algunos de los datos que no han merecido su atención.
Los principales problemas para los españoles, es decir, los que cuando se les pregunta al respecto figuran en los tres primeros lugares de la lista, son: el paro (39,5%), la corrupción y el fraude (11,0%), los políticos, los partidos y la política (9,0%). Por otra parte, una gran mayoría (69,6%) quieren que se reforme la Constitución, concretamente en los siguientes aspectos que figuran, también, en los tres primeros lugares de esta respuesta: mejor coordinación en educación y sanidad (32,4%); incrementar la trasparencia y el control de la actividad política (28,9%) y mejorar la protección de los derechos sociales (22,7%). Sobre el Parlamento, la mayoría de los españoles (75,9%), según la encuesta, opina que presta demasiada atención a problemas de poca importancia, opinión que se complementa con el grado de satisfacción que manifiestan sobre su funcionamiento: están muy satisfechos el 0,5%, satisfechos el 20,3%, insatisfechos el 53,5 y muy insatisfechos el 17,6%, es decir, el 71,1% (53,5+17,6) consideran que la labor de los parlamentarios es insatisfactoria.
¿Y qué problemas estamos padeciendo los españoles de a pie sin que veamos que los políticos se ocupen con verdadero interés de ellos? Los desahucios siguen ocurriendo, no ya por no pagar la hipoteca, sino por no poder hacer frente a los desorbitados alquileres impuestos por los fondos buitre. Por mucho que el Pacto de Toledo haya publicado un documento en el que parece apostar por subir las pensiones de acuerdo al IPC, parece que no pasa de ser una declaración de intenciones porque, casi de inmediato, varios partidos han puesto en duda que vaya a ser así. Mientras los salarios siguen a la baja, el recibo de la luz sube más que nunca y no parece que vaya a dejar de hacerlo. Siguen en vigor los puntos más duros de la “ley mordaza” lo que provoca que estén encausados por la justicia cantantes, tuiteros y los que no creen en Dios. Las muertes de mujeres y niños por violencia machista alcanzan cotas altísimas en muy corto espacio de tiempo y, mientras la justicia se declara impotente por falta de recursos y de adecuación de las leyes a la realidad, el Pacto contra la violencia de género sigue estancado. Después de que pareciera que el asunto de la inmigración se abordaba desde la solidaridad, se vuelve a poner en práctica la devolución de “ilegales” a Marruecos y, en la Unión Europea, se contemporiza aceptando posiciones de la ultraderecha. Sobre la memoria histórica hay discursos y la promesa de sacar a Franco del Valle de los Caídos (¿cuándo?), pero muy poco sobre sacar de las fosas a los que llevan en las cunetas tantos años. La Universidad pública sufre un ataque tremendo, es utilizada para beneficio personal de algunos políticos sin vergüenza a los que no les importa ni el desprestigio de la institución, ni los perjuicios personales y profesionales causados a profesores y alumnos. Podríamos seguir…
¿De qué se ocupan, entonces, los políticos, especialmente los de derechas, y qué reflejan los medios? De la dimisión de una ministra que se sacó un máster aprovechando la oportunidad que le ofreció un sinvergüenza que tenía montado un chiringuito universitario para lucrarse. De que una ministra vaya al Parlamento a explicar lo que habló (y lo que debió callarse) con un fulano despreciable hace diez años. De si otro ministro cumplió todos los requisitos legales y pagó los impuestos correspondientes cuando creó una sociedad patrimonial para administrar sus casas. De si la tesis doctoral del presidente del Gobierno tiene suficientes párrafos sin comillas para poder acusarle de plagio. Y de cualquier otro asunto que pueda salir de las cloacas cuando lo decida su administrador, el funesto Villarejo.
Espero que nadie llegue a pensar que justifico o quito importancia a cualquiera de las cuestiones del párrafo anterior, porque: no admito que ningún político mienta o se aproveche de su situación de privilegio en relación con el resto de los ciudadanos; pienso que tenemos derecho a exigir a los políticos un nivel de ética mayor que al común de los ciudadanos, es más, son ellos quienes deberían exigírselo a sí mismos sin recurrir a excusas, subterfugios y medias verdades; además, creo que las dos ministras y el ministro implicados en los hechos que están en las portadas de los medios no han sido lo suficientemente claros y valientes a la hora de afrontarlos y dar explicaciones incurriendo, al menos, para decirlo prudentemente, en presuntos ocultamientos.
Pero sostengo que, con toda la importancia que esos hechos tienen, lo cierto es que están siendo utilizados por la derecha política, el PP y Ciudadanos concretamente, para intentar volver a la situación anterior: ellos en el gobierno y la izquierda en la oposición porque piensan que ese es el estado natural de las cosas.
Volviendo, después de todo lo dicho, a los datos de la encuesta del CIS expuestos al principio, cualquier persona honesta y sin prejuicios tendrá claro que los temas que ocupan a los políticos y a los partidos no son los que interesan a los españoles. Entenderá también que quieran que se reforme la Constitución, no para maquillarla sino para adecuarla a lo que necesita la sociedad actual.
La gente decente, la que se esfuerza por salir adelante con su trabajo (si lo tiene) está muy harta. No quiere que vuelvan los que se miran el ombligo mientras esparcen porquería y embarran la política para recuperar el poder perdido. No quiere a los que practican la filosofía marxista (de Groucho) respecto a la acomodación y cambio de los principios según sus conveniencias. No quiere mesías ni salvadores. Lo que quiere es que los que propiciaron y los que apoyaron un cambio de gobierno absolutamente necesario cumplan sus promesas y atiendan a lo que preocupa a la mayoría: el paro, la corrupción, el fraude, la educación, la sanidad, la trasparencia y el control de la actividad política, la protección de los derechos sociales… Y, si dejan de preocuparse por lo que publican ciertos medios sostenidos por oscuros poderes con intereses espurios, les quedará tiempo para ocuparse de los desahucios, las pensiones, el recibo de la luz, los salarios de miseria, la abolición de la “ley mordaza”, la protección de las mujeres y los niños amenazados por los machos, organizar la acogida de inmigrantes con criterios solidarios, rehabilitar la Universidad pública devolviéndole su prestigio y hasta para sacar a Franco de una vez del Valle de los Caídos y transformar ese lugar en símbolo de reconciliación y democracia…
Habrá quien piense que esto es mucho pedir y otros echarán en falta algunas cosas, no se puede contentar a todos, ya lo sé. Pero la cuestión estriba en ordenar las prioridades, decidir donde se pone más o menos interés y esfuerzo (y dinero) que es, en definitiva, lo que define la orientación política de cualquier gobierno.