GETAFE/Palabra de concejal (22/10/2018) – En los últimos años estamos viendo la irrupción de un nuevo actor en materia de movilidad en muchas ciudades. Silenciosamente se han ido abriendo hueco en nuestras calles patinetes, monociclos y otros dispositivos con asistencia eléctrica.
Hace dos años la Dirección General de Tráfico (DGT) publicó una instrucción en la que dejaba claro que estos patinetes eléctricos eran vehículos y, como tales, no podían circular por las aceras. También señaló que no cabía considerarlos vehículos a motor, por lo que no era preceptiva le exigencia de licencia de conducción alguna o la imputación del Impuesto a los Vehículos de Tracción Mecánica (IVTM), popularmente conocido como “numerito”. En definitiva, la DGT identificaba a estos nuevos vehículos de movilidad personal en la figura de ciclo, dando la opción a los ayuntamientos de regularlos de un modo especial o asimilarlos a la bicicleta directamente.
Desde entonces estos vehículos han mejorado sus prestaciones (velocidad, seguridad y autonomía) hasta llegar a ser tan competitivos en ciudad que su número crece exponencialmente mes a mes. La mayoría es capaz de mantener velocidades de crucero por encima de los 35 kilómetros por hora, y la facilidad para ser combinados con el transporte público los han convertido en una alternativa al coche para quienes no quieren sufrir los rigores de la bicicleta. Resuelve, asimismo, los principales problemas que tiene el uso de la bicicleta como medio de transporte: los robos y las cuestas. Por una parte, su reducido tamaño plegado permite que no sea preciso dejarlo en la calle en el lugar de origen, destino o intercambiador de transporte. Por otra parte, la ausencia de pedaleo evita el esfuerzo o los sudores que desaniman al uso de la bicicleta a muchos conductores.
Respecto a las bicicletas con asistencia eléctrica, estos vehículos de movilidad personal (VMP) son bastante más baratos. Su crecimiento como alternativa de transporte no contaminante es un hecho incontestable. Este fenómeno se ha hecho especialmente visible en aquellas ciudades donde se están implementando sistemas para ser compartidos, llegando incluso a generar un nuevo problema de ocupación de espacios peatonales.
En estos meses estamos asistiendo a una carrera generalizada para dar cabida en las ordenanzas municipales de movilidad o tráfico a estos nuevos vehículos. En muchos casos, el camino elegido ha sido normativizar de forma específica estos patinetes, generando nuevas excepciones, derechos y obligaciones que, como en el caso de las bicis, cambia de ciudad en ciudad. Por todos es conocida la dificultad que tienen los municipios por dar a conocer las particularidades de sus ordenanzas. El resultado de esta normativización específica está siendo la confusión generalizada de por dónde pueden y por dónde no pueden circular estos vehículos. Ante la confusión, muchos usuarios optan por el camino donde es más improbable ser multado a pesar de poder suponer un mayor peligro para el resto de usuarios: la acera.
En el caso de Getafe, con la modificación de la Ordenanza Municipal de Tráfico y Circulación promovida por nuestro Grupo Municipal, se ha hecho una apuesta valiente al equiparar los patinetes eléctricos a los ciclos, facilitando la comprensión de las normas y dejando claro que, como las bicis, no pueden circular por la acera. En el caso de las aceras en las que se ha habilitado una acera bici (carril bici a cota de acera), los vehículos de movilidad personal, como las bicis, deben circular a velocidad de peatón, respetando su prioridad. Efectivamente, en las últimas reuniones del Consejo Sectorial de Personas Mayores o del Consejo de Movilidad se han producido quejas por la reiterada presencia tanto de estos nuevos vehículos como de bicicletas en las aceras así como por la velocidad desproporcionada de ambos en las aceras bici. Los atropellos a peatones en las aceras se están incrementando y está en nuestra mano que no se produzca alguna desgracia irreparable. En el caso de las personas más mayores, una probable y simple rotura de cadera puede ser el inicio de una pendiente hacia esa desgracia irreparable. Es importante apostar por una ciudad pensando en los más vulnerables. Las aceras deben ser espacios libres de vehículos, donde se pueda caminar, o simplemente estar, con garantías de seguridad. Estas mismas garantías de seguridad se deben dar en la calzada para todos los vehículos, siendo el calmado y el cumplimiento de los límites de velocidad sus mejores garantes.
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