GETAFE/A fin de cuentas (19/09/2018) – No me preocupa la tensión en los Plenos municipales cuando unos y otros políticos se lanzan dardos hirientes, algunas veces hasta divertidos, y se manifiestan las posiciones ideológicas de forma vehemente ante proposiciones más o menos acertadas, o más o menos oportunas. Ese es el juego político que todos asumimos y el Pleno es el teatro donde se muestra la obra con actores más o menos habilidosos. Hasta ahí, todo correcto. Luego baja el telón y se juega el tercer tiempo: cafés, cañas, risas y alguna que otra pulla, pero buen rollo. Y en Getafe el telón parece haberse roto. Y la sangre que otras veces era fingida, empieza a ser real. Eso sí me preocupa.
Porque en los pasillos del Ayuntamiento se respira tensión. Los encuentros entre concejales de distinto signo (y a veces también del propio) son un cruce de miradas ladinas y de comentarios, cuando los hay, llenos de ironía o sarcasmo. En un escenario donde las mayorías absolutas son una utopía y unos y otros se necesitan para sacar adelante propuestas que redunden en beneficio de los ciudadanos, es preocupante que aquellos que quizá mañana se tengan que sentar frente a frente para negociar, hoy ya no puedan mirarse a la cara.
Las campañas electorales, (y ya estamos inmersos en la que nos llevará a las municipales de 2019) deberían ser un espacio constructivo donde se pongan sobre la mesa problemas y soluciones; ideas y posicionamientos. Debería ser un intercambio limpio que sirva para poner los cimientos de los próximos años. Lo que no deberían ser es un espacio donde vomitar basura sobre el contrario (que a veces ni siquiera está en el partido de enfrente), utilizando torticeros métodos para ganar un voto más.
Se avecinan meses complicados, donde la tensión se va a multiplicar exponencialmente según se vayan aclarando las perspectivas de unos y otros. Nadie quiere ir por detrás, pero los codazos para adelantar al de al lado tienen un límite. Y la cordura se debe imponer.
Lo que se cocina en los despachos, a veces estalla en las calles. Y luego nos echaremos las manos a la cabeza. Estamos aún a tiempo de rebajar la tensión y planear un debate leal. El vecino de Getafe lo agradecerá. Y yo también.
Antonio Calvete
19 septiembre, 2018 at 13:22
Totalmente de acuerdo Raquel.
El problema surge cuando se antepone los intereses de partido y/o personales a los de la gente