GETAFE/Tribuna con acento (27/07/2018) – El pasado lunes 23 de julio, el Pleno del Ayuntamiento de Getafe aprobó el nombramiento de Francisco Lastra Valdemar, último alcalde republicano de Getafe, como alcalde honorario de la localidad. En defensa de esta distinción, intervine como presidente de la Asociación de Memoria Histórica de Getafe, resaltando la necesidad de la medida para rescatar un nombre olvidado por la Historia.
Francisco Lastra fue un jornalero, hijo de jornaleros, que en los años 30 del siglo pasado se destacó como sindicalista y perteneció al movimiento socialista. Llegó a ser nombrado presidente de la Comisión Gestora del Ayuntamiento, cargo que le convertiría en alcalde en mayo de 1936, y desde el que desarrolló proyectos como la traída de aguas, el alcantarillado, la creación de escuelas, el desvío de la Carretera, de Toledo, la eliminación de pasos a nivel, y otros. Todos ellos fueron truncados por el comienzo de la Guerra Civil. Como alcalde se opuso a la sublevación militar defendiendo la legalidad vigente y se enfrentó a los excesos que ocurrieron en aquel verano de 1936, defendiendo la vida de militares, religiosos y religiosas.
La dedicación de Francisco Lastra a Getafe le hace merecedor de la distinción de alcalde honorario. En el artículo 15 del Reglamento de honores del Ayuntamiento se plantea este reconocimiento “en base a los servicios prestados” y al “celo, interés y entrega demostrados”. Aplicando estos criterios, creemos que Lastra es merecedor del nombramiento, y además su persona y el propio nombramiento, ofrecen la oportunidad de rescatar la memoria de tantas otras víctimas del franquismo en nuestra localidad. Creemos que tenemos, ante todo, la oportunidad de avanzar en la normalización de la memoria histórica sobre el periodo. La proposición fue aprobada con el voto en contra del grupo del Partido Popular y la abstención de Ciudadanos.
El argumento básico del Partido Popular fue que en los meses de julio a noviembre de 1936 se produjeron en Getafe toda suerte de desmanes, saqueos, incautaciones y atentados contra la vida humana, y que siendo Francisco Lastra el Alcalde, no lo había evitado. El espíritu de la “Causa General”¹ impregnaba la argumentación de la concejala del Partido Popular que, en nombre del grupo, se opuso al reconocimiento. Francisco Lastra era, según ella, responsable, porque siendo alcalde no evitó aquellos sucesos y por tanto no era merecedor de ninguna distinción.
Cuando no se quiere oír no se oye, y cuando no se quiere cambiar, tampoco se cambia. Porque, ¿Para qué molestarse en pensar, por ejemplo, en las posibilidades de un alcalde, sin ningún tipo de policía a su cargo, de enfrentarse a los paseos y fusilamientos que efectivamente ocurrieron? Al parecer, Francisco Lastra era culpable de que en España en esos meses de 1936 se estuviera desarrollando una guerra terrible, donde en cada bando los elementos más extremistas bajo el manto de la Revolución o la Contrarrevolución, se dedicaban a la eliminación física del contrario. En el comienzo de esta guerra y en estos hechos, también Francisco Lastra resultaba culpable, según la concejala del PP, debido a su participación en el reparto de 100 fusiles entre los paisanos del pueblo. Este reparto es cierto, pero me puede explicar la concejala del PP ¿cómo oponerse, si no, al Regimiento de Artillería Ligera que se había sublevado en Getafe²? Poco después, el propio Ayuntamiento emitió un bando para recuperarlos, pero en la España de aquel verano era imposible, y las milicias eran un poder en sí mismo y no estaban dispuestas a entregar sus armas. Por otra parte, teniendo en cuenta que el ejército se había sublevado, y el gobierno republicano, lo había disuelto ¿Con qué otra fuerza se podía defender la República?
En esos meses se produjeron incautaciones aplicando la legalidad entonces vigente y levantando acta del material que se entregaba, como ocurrió en el caso del Colegio SADEL, hoy Escolapios. Estas incautaciones fueron, para la concejala del PP, la prueba de la profunda inestabilidad a la que la revolución había llevado a Getafe, pero no deja de ser curioso que en todas ellas se remitieran a las leyes vigentes y se levantara acta del material incautado. Es decir, como en el caso del Colegio de los Escolapios, se establecía lo que había, y por tanto, lo que se debía mantener. El responsable por supuesto, según la concejala del PP, era Francisco Lastra
Otro de sus argumentos fue que durante estos meses se fusiló en nombre de la República y la Revolución y eso es cierto. Necesitaría muchas páginas para explicar las causas y características de la represión republicana, como así mismo de la represión franquista. También necesitaría muchas páginas para explicar la gran paradoja de que, siendo tres veces superior, en cifras globales la represión franquista, los efectos de esta represión se volvieron mucho más en contra del bando republicano. En el bando republicano, además, estas muertes ocurrieron en contra de la voluntad de las autoridades, que cuando tuvieron medios para controlarlas lo hicieron. En el bando franquista fueron promovidas por las nuevas autoridades, continuaron durante toda la Guerra y después en la postguerra. Otra cuestión difícil de explicar es la paradoja de que, durante decenios, unos fueran muertos caídos por Dios y por España, reconocidos y visibilizados desde el primer momento, y que otros sigan siendo literalmente invisibles, o incluso enterrados en cunetas.
De los fusilamientos en Getafe, parece ser que, según la concejala del Partido Popular, Francisco Lastra también fue culpable. Pero para realizar tal calificación se le olvidaron algunos pequeños detalles como que de las 25 denuncias que se realizaron en Getafe del 3 al 29 de junio de 1939 dentro de la Causa General, el nombre de Francisco Lastra no aparece más que en una, en la que se le acusa del supuesto robo de 50 fanegas de algarrobas, -una clara incautación en tiempos de guerra-. En ningún caso aparece relacionado con ninguna de las otras 24 denuncias. En ningún caso aparece, por lo tanto, relacionado con muertes. En aquella época, teniendo barra libre, como se tenía, para denunciar, nadie, en la Causa General, ‘aprovechó’ la oportunidad para colgar a Lastra ni un solo muerto. Otro ejemplo de la nula implicación de Lastra en delitos de sangre, lo constituye la propia sentencia por la que se le condenó el 20 de febrero de 1940³, en ella se le condena a muerte por “Auxilio a la rebelión”.
En la sentencia aparece también señalado lo que -según el tribunal- sería su única relación con una muerte, aunque Lastra lo negó. En la sentencia aparece que Lastra denunció a una persona que estuvo cuatro meses en la cárcel y fue asesinado posteriormente al salir de ésta. Esta supuesta denuncia de Lastra se habría producido, además, cuando Getafe había caído ya en manos de los franquistas y Lastra ya no era alcalde. Esta es toda la relación con delitos de sangre que establecía la sentencia por la que se le fusiló el 9 de noviembre de 1940. En un juicio y una época donde se admitía cualquier tipo de denuncia para utilizarse en contra del acusado. Además, en el juicio de Lastra, se produjo la declaración en su favor del Rector del Colegio de los Escolapios, Don José Oleas Montes, que le defendió como persona, y por su intervención para salvar la vida de religiosos y religiosas y el patrimonio de los Escolapios, pero este testimonio no fue considerado ni en su momento ni al parecer ahora por la concejala del PP.
Resumiendo, señores concejales y concejalas del PP, podemos discutir de lo que hizo Francisco Lastra, pero no le asignemos poderes ni capacidades imposibles. Él no pudo ser culpable de la guerra. En todo caso, la responsabilidad de ésta debía estar más en quienes la comenzaron sublevándose contra el orden establecido.
La sociedad española necesita metabolizar la Guerra Civil y asimilar sus consecuencias. El problema no es reabrir heridas, el problema es que solo desde la libertad podemos cerrarlas, con el reconocimiento de las víctimas y el conocimiento de las causas que la ocasionaron. 79 años después de terminada la Guerra Civil sigue habiendo muertos visibles, reconocidos y homenajeados, y muertos invisibles, totalmente ignorados y esa es la herida que tenemos que cerrar.
Solo una mirada libre de prejuicios permite acercarnos a que Francisco Lastra, por los servicios prestados y por el celo, interés, y trabajo demostrado, merece el título de alcalde honorario de Getafe. Por otra parte, este reconocimiento puede ayudar a la normalización necesaria del recuerdo de la Guerra Civil y a la consolidación de los valores de la memoria democrática, imprescindibles para consolidar una sociedad libre.
¡Que el nombre de Francisco Lastra, alcalde honorario de Getafe, no se borre de la Historia!
La Causa General fue un encargo promovido por el gobierno vencedor de la Guerra Civil, para mostrar todas las supuestas atrocidades ocurridas en la “Zona Roja”. Por todos los pueblos de España se recogieron denuncias, sin ningún rigor, de todo el que quisiera hacerlo, sobre todo lo ocurrido desde el año 1934, o sea antes de empezar la Guerra Civil. Aunque la intención era mostrar cómo los rojos habían cometido 400.000 asesinatos ‘solo’ se consiguió un listado de 90.000. Este listado estaba lleno de inexactitudes y duplicidades y hoy los historiadores lo rebajan a 50.000. En el caso de Getafe también he podido recoger algún error, lo que no niega el hecho de que hubo fusilamientos y muertes. Pero a diferencia de lo ocurrido con las víctimas republicanas casi todas ellas están enterradas e identificadas en Getafe, incluso durante la propia época republicana.
Este Regimiento tenía su cuartel en los edificios más antiguos de la actual Universidad Carlos III. Inicialmente se sublevó, formó las tropas y disparó alguno de sus cañones contra la Base Aérea. Ellos fueron los responsables del comienzo de la Guerra Civil en Getafe, pero al parecer para la concejala del PP conseguir armas para defenderse de una unidad militar sublevada, y que había empezado a disparar, fue un error, ¿cómo podían haberlo hecho si no?
El sumario del “juicio “de Francisco Lastra, como el de decenas de otros getafenses , se encuentra en el Archivo General Histórico de la Defensa situado en el Paseo de Moret de Madrid
Antonio Calvete
1 agosto, 2018 at 12:05
Muchas gracias, José Luis, por este texto que, al contrario de lo que acostumbra hacer el PP en general y el grupo municipal del PP de Getafe en particular, está perfectamente documentado y basado en los hechos contrastados. Pero, como bien dices, “Cuando no se quiere oír no se oye, y cuando no se quiere cambiar, tampoco se cambia”.
A fin de cuentas, ya se sabe que la Historia la escriben los vencedores; lo triste para esta España nuestra es que después de los años pasados desde entonces, después de los cambios producidos en la política y la sociedad, aún sigan intentando reescribir la Historia los mismos, que aún se consideren vencedores con poder suficiente para seguir sojuzgando a los vencidos de entonces.
Hay que seguir contando lo que ocurrió, como ocurrió y quienes fueron los verdaderos responsables y las verdaderas víctimas.