GETAFE/Rincón psicológico (12/07/2018) – La realización de deberes escolares esta siempre sujeta a una gran polémica. Asociaciones de padres que se oponen a que sus hijos hagan deberes, partidos políticos que prometen la eliminación de los deberes en sus programas electorales, se enfrentan a aquellos que aseguran que los deberes son necesarios y que ayudan a fijar los conocimientos adquiridos en el colegio.
Pero, ¿qué pasa durante el verano? ¿Deben los niños hacer deberes durante las vacaciones?
Recientemente se ha difundido a través de internet la lista de deberes que un profesor ha propuesto a sus alumnos durante las vacaciones de verano. En esta se incluyen actividades como ver amanecer, hacer un picnic en la playa o en el campo, hacer deporte, cantar, bailar, cocinar con un adulto, visitar un museo, hacer nuevos amigos, y sobre todo disfrutar de los amigos y la familia, entre otras muchas actividades.
Hay algunos que son partidarios de los deberes, alegando que las vacaciones son largas y con el tiempo se produce un olvido de lo adquirido durante el año escolar y que por lo tanto los niños deben realizar determinadas tareas que les permitan afianzar sus conocimientos.
Lo que está claro es que los niños, al igual que los adultos, también tienen derecho a descansar y a desconectar de todas las actividades que deben realizar a lo largo del año. Además, someter a los niños a la misma disciplina que han tenido que seguir durante muchos meses puede resultar contraproducente.
Así, cada vez son más las voces que se alzan en contra de los deberes, al menos tal y como los hemos conocido hasta ahora. Reconozcámoslo, hay vida más allá de los famosos cuadernos de vacaciones que pueblan las librerías en esta época del año.
Lo cierto es que pueden realizarse numerosas actividades de forma lúdica que pueden reforzar conocimientos adquiridos durante el año. Por ejemplo, en vez de hacer aburridos cuadernos de caligrafía podemos pedir a los niños que hagan la lista de la compra o que escriban una postal a los abuelos durante un viaje, de esta manera estarán trabajando la escritura de una forma mucho menos académica. De la misma manera, realizar una receta de cocina implica leer, medir cantidades…. con lo cual se está trabajando la lectura además de algunos conceptos matemáticos. Las visitas culturales que guarden relación con aquello aprendido durante el curso suponen también una buena opción.
En lo que sí coinciden todos los especialistas, tanto los que están a favor como están en contra de los deberes, es en la necesidad de leer y el verano parece un periodo propicio para aficionarse a la lectura. Eso sí, hay que leer por placer olvidando todas aquellas lecturas obligatorias en el programa escolar.
¿Tiempo de descanso o una prolongación del curso? El debate está servido.
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