GETAFE/A fin de cuentas (27/06/2018) – El curso escolar ha sido largo, agotador, lleno de intensas sensaciones. Como si de una montaña rusa se tratase hemos tenido tiempo de reír y de llorar; de frustrarnos y esperanzarnos casi sin tiempo de digerir las emociones que nos embargaban. Es por eso que sentarse a charlar y aprender con Ángel Gabilondo es un privilegio que se agradece, en un tiempo en el que la política se preocupa más de los titulares de 140 caracteres que de ahondar en las necesidades estructurales de los ciudadanos. Se habla tanto de nueva política, de partidos emergentes, que se nos olvida que en política está casi todo inventado… solo hace falta ponerlo en práctica. La palabra consenso está vacía si quien la pronuncia no es capaz de dialogar, de sentarse con su rival con la mente abierta y las necesidades de los ciudadanos sobre la mesa. En la guerra de guerrillas que ha sido la política en los últimos meses (o años) muy pocos han mirado más allá de su asiento con generosidad. Ser sectario y encerrarse dentro de unas siglas vendiendo eslóganes vistosos vacíos de acciones reales para los vecinos ha sido la condena de la política.
Necesitamos políticos generosos, que tengan altura de miras para saber que al final lo que importa no es su propio partido, sino la gente. Que los ciudadanos no somos esa masa estúpida y manipulable que solo cuenta cada cuatro años para meter un papel en una urna. Por eso Gabilondo supone un soplo de aire fresco. Porque mide sus palabras ante la verborrea persistente que inunda la política; porque piensa lo que dice y valora los compromisos a los que llega; porque vive, actúa y habla con coherencia consigo mismo… y por ende con los demás.
Este verano será tiempo de reflexionar, porque se avecinan meses frenéticos pensando en la próxima cita de mayo de 2019 con las elecciones municipales, regionales y europeas. Cojan fuerzas, prepárense, porque las campañas cada vez son más cruentas.
Mientras tanto, disfruten de las piscinas, de los hijos y los nietos, del calor que ya aprieta, de la música y la cultura, del deporte… aprovechen el verano. A la vuelta, nos volvemos a leer.