GETAFE/Akelarre (15/06/2018) – Hoy es viernes, el cuerpo lo sabe y el Akelarre está de fiesta tras la gran victoria de ayer de nuestras compañeras argentinas. Para quién no lo sepa, tras 30 años de lucha, 20 horas de debate seguidas y miles de mujeres rodeando el Congreso durante el mismo, se aprobó la despenalización del aborto allá, aunque todavía quede aprobarlo en el Senado, hoy, todas las mujeres somos un poquito más libres, porque cuando se avanza en derechos, avanzamos todas.
El feminismo está marcando el paso y las agendas dentro y fuera de nuestras fronteras, la lucha de las mujeres es internacional por ello debemos celebrar todas las victorias que estamos consiguiendo, aunque seamos conscientes de que nos queda mucho por conquistar.
Si recordáis, el último Akelarre era un llamamiento a hacer las cosas de manera diferente, yendo a la raíz de los problemas y poniendo la vida en el centro de nuestra teoría y práctica. Durante estos días desde su publicación hemos visto cómo el nuevo Gobierno ha sido conformado mayoritariamente por mujeres, y el mismo presidente del Gobierno se ponía la medalla de “ser un Gobierno del 8M”, sin hablar de programa ni de medidas, y asumiendo el presupuesto económico del PP. Si bien es cierto, que estoy convencida de que la etiqueta de “feminista” no se puede poner todavía, creo que hay que reconocer que el hecho de que haya más mujeres que nunca en el Consejo de Ministras sí ha sido un triunfo del movimiento feminista. Sin las grandes movilizaciones, sin toda la cultura y discurso creado por el movimiento el Gobierno no habría sido conformado según está. Pero ahora viene lo difícil, que no solo haya mujeres en el Consejo, sino que nuestros problemas estén en el centro de la vida política y se propongan soluciones transformadoras para ellos.
Mientras que todo el mundo hablaba del “Gobierno feminista” saltaba a la opinión pública lo que estaba ocurriendo con las trabajadoras de las fresas en Huelva, mujeres migrantes, explotadas en nuestros campos y violadas por los patrones. “Nadie” se esperaba que saltara la denuncia y no porque no seamos conscientes de que las mujeres migrantes explotadas sean más vulnerables a las vejaciones y acoso, sino porque era la primera vez que tenían apoyo para denunciarlo.
Cuando vienen trabajadoras migrantes a nuestro país a los poderosos se les olvida que son personas y solo ven mano de obra barata para sus servicios. Esto es lo que solemos llamar la alianza entre el patriarcado y el capitalismo. El otro día en una charla escuchando a Ana Carolina Elías en representación de SEDOAC denunciaba que “gracias” a Ley de Extranjeria se puede acceder al permiso de residencia y de trabajo cumpliendo con el requisito de llevar 3 años en España: ¿Cómo sobrevivir en este país tres años sin derechos? ¿Cómo comer? ¿Cómo tener acceso a la vivienda? Está claro, trabajando en la economía sumergida sin ningún tipo de protección, donde la explotación se une a las violaciones y vejaciones sin poder denunciar todo lo ocurrido.
Y nosotras, compañeras, las mujeres que nos hemos empeñado en romper las estructuras que nos oprimen, que ahondan en nuestras vulnerabilidades tenemos la obligación de tejer redes y exigir revertir las políticas que nos crean esta vulnerabilidad y avanzar para construir una sociedad que acabe con esta explotación de nuestros cuerpos y nuestras vidas.
Por ello, debemos apoyar las luchas de todas las mujeres que denuncian su situación de explotación y opresión, al fin y al cabo es la lucha de todas, porque no podremos ser libres ni construir un nuevo mundo sin la liberación de todas.
“Las nadies todo han de ser”.