GETAFE/Akelarre (01/06/2018) – El Akelarre vuelve este viernes, y no lo voy a negar, vuelve echando humo por todos lados. No solo por el sopor que ha supuesto el debate de la moción de censura a Rajoy, sino por distintas “dinamachistas” en organizaciones políticas y sociales.
Durante la moción de censura hemos visto cómo muchas organizaciones políticas, medios y colectivos feministas ponían la lupa en el número de intervenciones de mujeres solo 4 de 19 y en un hecho reseñable Margarita Robles portavoz del PSOE en el Congreso era sustituida por José Luis Ábalos para la presentación de la moción.
¿Es acaso la moción un juego para hombres? Nah, no creo…
Durante la moción leía por las redes sociales que la lucha de las mujeres no había conseguido traspasar las paredes del Congreso, quizás uno de los síntomas es que se haya presentado una moción de censura motivada por la corrupción y no por la falta de presupuesto para combatir los asesinatos de mujeres a manos de hombres.
El problema no es solo que la lucha de las mujeres no haya traspasado las paredes del Congreso sino que nuestros compis de partidos y organizaciones siguen sin escucharnos, además de reproducir dinámicas que deslegitiman nuestras posiciones. Desde los 90 el movimiento feminista y las mujeres de las organizaciones mixtas comenzaron a analizar la desigualdad dentro de las instituciones y las organizaciones, proponiendo medidas “legales” para caminar hacia la igualdad. Las listas cremalleras, la corrección de género en los puestos, las co-portavocías o la obligación a que haya mujeres que se presenten a ciertos procesos han sido y son herramientas que han conseguido que avancemos en muchos casos, pero al no ir acompañadas de otras medidas más profundas también han sido denostadas y utilizadas para el servicio de los hombres.
Las cremalleras para el status quo masculino siempre han sido una herramienta para deslegitimar la presencia de las mujeres, “está en ese puesto por ser mujer”, por cierto, en la mayoría de casos la presencia femenina suele darse a partir del nº 2. Y en otras ocasiones, se usa la “cuestión del género” de forma tan torticera que terminan siendo las mujeres quienes renuncian a ciertos proceso o puestos en aras de la unidad, no voy a poner esa imagen de “Nosotras” con tres señoros delante hablando de “unidad” y dejando como malas malísimas a tres mujeres. En fin la historia de siempre..
Ceder y ceder…
Pero no todas estas herramientas han sido negativas, de hecho gracias a ellas hemos visto cómo otros liderazgos son posibles incluso cómo muchas mujeres en política pueden conseguir avances. Está claro, que si ya de por sí la “ley de hierro de las oligarquías de los partidos” es difícil de romper cuando sumamos las barreras patriarcales es una coraza difícil de reventar. Leí a una periodista una frase que decía “una mujer en política, cambia la mujer, muchas mujeres en política, cambia la política” y ese es el reto que tenemos por delante, como feministas queremos transformarlo todo para defender nuestras vidas, nuestra seguridad, nuestra libertad, nuestra independencia.
Mucho es el trabajo que tienen las organizaciones y partidos por delante para aprender y llevar a cabo las lecciones que nos ha enseñado el movimiento feminista, los liderazgos colectivos, el reparto del tiempo y la visibilidad, el trabajo en equipo y la resolución de conflictos son herramientas fundamentales para la construcción de alternativas. Decía alguien que para conseguir resultados distintos, no tienes que hacer siempre lo mismo. Y cómo necesitamos otra política, otra sociedad, otra economía tenemos que tener otras dinámicas, otras representantes, otras prioridades políticas.
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