GETAFE/La piedra de Sísifo (29/05/2018) – Los españoles tenemos un gobierno que no nos lo merecemos. Literalmente, no nos merecemos tener un gobierno sustentado en un partido condenado por corrupción como el del PP. Pueda parecer que, como pueblo, no somos los más listos de la clase y, una vez tras otra, el Partido Popular gane las elecciones con el rumboso argumento de “cada día te recorto un poco más tus derechos pero lo compenso reduciendo las libertades a la mínima expresión mientras me forro el riñón con tu dinero”, tan lamentable como cierto.
En ocasiones he llegado a pensar que nos echaban algo en el agua pero es infinitamente más grave; un vistazo somero a los canales de televisión convencionales y los programas más vistos me ha hecho desear la opción del agua, al menos tenía una solución química en forma de antídoto; tal cual estamos, no hay por donde agarrarnos. Porque detrás de los canales de televisión privados, en su accionariado, están los grandes grupos editoriales, dependientes de inversiones externas y el gran financiador que todo lo puede: la publicidad, pagada por los holding empresariales favorecidos por las medidas adoptadas por este gobierno, en materia económica y vuelta a empezar. Así, se cierra el círculo que adormece la capacidad individual del espectador para pensar por sí mismo, a la vez que lo conduce por la senda del miedo (a una hipotética inestabilidad) al montón de papeletas con una gaviota que hay en cada colegio electoral.
Pero el Partido Popular siempre ha sido ese automóvil enorme, negro, ostentoso, lleno de cromados inútiles, con unos butacones versallescos y un motor anticuado que traga la gasolina con voracidad pantagruélica para dar un rendimiento ridículo. Pasó la última ITV por los pelos pero, salvo para figurar en un museo, su utilidad toca a su fin. Debemos prestar atención a la descomunal campaña publicitaria (otra vez la sacrosanta publicidad que hipnotiza conciencias anestesiadas por la televisión, radio, prensa y redes) que nos está vendiendo el nuevo modelo donde viajarán los próceres de la nación española; se trata de un diseño moderno, con todos los elementos en materia de conectividad y gadgets pintones, vestido con un agresivo tono naranja y dotado de un motor híbrido enchufable que igual consume gasolina, que electricidad, que lo que pille y, por cierto, aunque lo pagues en cómodos plazos, sale carísimo.
El caso es que no escarmentamos con lo que nos venden: nos seducen con el color, el confort, el equipamiento, el consumo y las prestaciones y nos disponemos a comprar en masa ese vehículo sin atender al hecho más determinante, viene dotado de serie con un navegador ya programado que, mediante asistencias a la conducción o en modo autónomo, nos conducirá a donde está previsto por sus aviesos diseñadores, al desastre de la regresión política, social y económica.
El PP irá languideciendo hasta su desaparición o sufrirá un colapso como UCD pero no importa, Cuñadanos ya inunda los concesionarios de toda España con su agresiva estrategia de venta y, en Getafe, mediante el pertinente relevo en su cabeza visible, también lucirá palmito artificial y sonrisa de ortodoncia hasta llevarte al huerto en 2019. De ti depende…
Mientras tanto, sed felices.