Un país que ha vivido 40 años bajo una dictadura tiene una pérdida de la honestidad colectiva.
Iván Klima
GETAFE/Todas las banderas rotas (11/04/2018) – El asunto del no-máster de Cristina Cifuentes nos ofrece la oportunidad de examinar la forma en que se comportan los diversos actores protagonistas de lo que podríamos llamar, según los momentos y situaciones, drama (suceso infortunado de la vida real, capaz de conmover vivamente), comedia (suceso de la vida real, capaz de interesar y de mover a risa) o vodevil (comedia frívola, ligera y picante, de argumento basado en la intriga y el equívoco, que puede incluir números musicales y de variedades); y siempre, para desgracia de todos nosotros, tragedia (situación o suceso luctuoso y lamentable que afecta a personas o sociedades humanas).
Quiero hablar de los actores de esta obra de teatro y comenzaré por los que dieron a conocer los hechos, es decir, determinados medios de comunicación: eldiario.es y El Confidencial han hecho una enorme y muy meritoria labor de investigación (primero y principalmente eldiario.es), publicaron documentos, tanto los auténticos como los falseados, y nos hicieron ver las escenas más relevantes que otros actores querían mantener ocultas, en fin, cumplieron con su función social, hicieron periodismo. La consecuencia que han de sufrir los periodistas que hacen bien su trabajo, como en esta ocasión, es la amenaza de verse ante los tribunales y, llegado el caso, sufrir penas de cárcel. Yo espero, por el bien de nuestra vapuleada democracia, que si la amenaza llega a cumplirse (cosa que dudo), haya jueces que cumplan igualmente con su función social, hagan bien su trabajo y desestimen la acusación.
Otros personajes que actúan en esta función y a los que debemos observar con mucha atención, son los partidos políticos. El PP no ofrece ninguna sorpresa, sigue el mismo guión que le hemos visto interpretar en muchas otras ocasiones (demasiadas ya) en los múltiples casos de corrupción en que se ha visto implicado: “No hay ninguna irregularidad”; “los demás (otros partidos, los periodistas, la Universidad Rey Juan Carlos en este caso) son los culpables”; “esto es una cacería, una persecución contra el PP”… Pero ninguna asunción de responsabilidad. ¡Qué cansino resulta!
Ciudadanos admite que el hecho es gravísimo, hace responsable del mismo al PP, pero… ¿actúa en consecuencia? No, no es eso a lo que nos tiene acostumbrados sino a valorar solo lo que electoralmente pueda interesarle: no va a colaborar para expulsar de su puesto a la presidenta supuestamente corrupta y mentirosa, lo que hace es proponer la enésima comisión de investigación para alargar la representación hasta las próximas elecciones y, entonces, recibir los aplausos en forma de votos. La enorme responsabilidad de este partido estriba en que si no apoya la moción de censura ésta no saldrá adelante y Cristina Cifuentes podrá seguir en su puesto y el PP gobernando. En resumen, insiste constantemente en que es el único que combate la corrupción pero cuando le toca demostrarlo con hechos concretos… lo hace si le conviene, si no, no. ¡Ah! Soy consciente de que cuando se publique este artículo las cosas puede que ya no sean así, es muy posible que Ciudadanos haya cambiado otra vez su posición. Mientras llega el momento de las elecciones, quienes han hecho posible la investidura de Cifuentes deberían cumplir con su responsabilidad política, a menos que prefieran hacerse cómplices del PP al primar su propio interés electoral; pero esperar eso de Ciudadanos es un imposible, ya que sus ambiciones son otras, así que espero que los votantes lo recuerden en las urnas.
Podemos ha estado lento de reflejos, ha permitido que se le adelantara otro. Era esta una oportunidad para reverdecer aquello, que está tan mustio, de que venían a hacer una política nueva, de que serían ellos los que acabarían con las malas prácticas de los viejos partidos… Y cuando surge una ocasión de oro para demostrarlo no han sido capaces de evitar que, en lugar de Podemos, lo haga uno de esos viejos partidos. En fin, está muy bien que apoyen la moción de censura porque parece que, por ahora, no se les puede pedir más.
El PSOE, por fin, ha sabido reaccionar con agilidad, se ha puesto a la cabeza de la única acción que, en mi opinión, debía hacerse para practicar política de la buena, no vieja o nueva, sino la que ha de hacerse pensando en los ciudadanos y en la dignidad de las instituciones, tanto si beneficia como si perjudica las expectativas electorales propias. Es seguro que la moción de censura no prosperará pero la dignidad sí; ojalá el PSOE nacional actuara en muchas cuestiones importantes como ahora lo ha hecho el PSOE madrileño.
Hay otros actores importantes: el rector de la Universidad Rey Juan Carlos, el catedrático Álvarez Conde, los profesores que examinaron virtualmente a Cristina Cifuentes, las profesoras que consintieron (o no) que se falsificara su firma, etc. Pero, para no alargar excesivamente este artículo, los dejaremos al margen a pesar del importante papel que desempeñan en la obra y la gran responsabilidad que les alcanza (y no han cumplido) en la salvaguarda de la dignidad de la universidad pública.
Ha llegado el momento de presentar a la estrella, a la primera actriz que llena el escenario y no quiere bajarse de él por mucho que se lo pidan tanto amigos como adversarios políticos: Cristina Cifuentes, presidenta de la Comunidad Autónoma de Madrid. De la enorme cantidad de datos, documentos, noticias, etc. que han ido desfilando estos últimos días por los medios de comunicación, incluso de lo dicho por ella misma, se desprenden unos cuantos hechos, al parecer, incontrovertibles: Cristina Cifuentes no asistió a clase; no hizo los exámenes como el resto de los alumnos; ni ella ni la Universidad encuentran su trabajo fin de máster (por lo que legítimamente podemos pensar que no existe); parece demostrado que el acto de presentación y defensa de ese trabajo no se celebró; existen documentos falsificados… Podríamos hacer esta relación más extensa, pero con esto basta para afirmar que, presuntamente, se sirvió de su posición política para obtener de ciertos profesores y funcionarios un trato de favor, favor que consistió en que le regalaran un máster.
Cuando un/a político/a no dice la verdad o intenta ocultarla, cuando se aprovecha de su situación de poder para beneficiarse a sí mismo, a los suyos o a su partido, no debe continuar en su puesto, con más razón si éste es de gobierno; a eso algunos lo llamamos higiene democrática. Y no caben excusas.
Finalmente toca referirse a los espectadores. Son, en primer lugar, los estudiantes que estudian con ahínco, pretenden conseguir unos títulos con gran esfuerzo mientras ven como otros/as utilizan su influencia para llevárselos sin siquiera aparecer por clase; y, en segundo lugar, el personal docente de la Universidad Rey Juan Carlos que sienten que el desprestigio les alcanza aunque no hayan tenido arte ni parte en la penosa representación, a pesar de que dan de sí todo su conocimiento y dedicación al servicio de una noble tarea, la docencia ejercida con honradez. Toda la universidad pública española es víctima; igual que casi han acabado con la enseñanza no universitaria y la sanidad públicas, ahora lo intentan con la universidad para beneficio de empresas privadas.
Por eso hay otro enorme grupo de espectadores que sufre las consecuencias del enorme desastre provocado por políticos corruptos y deshonestos: todos los españoles que contemplamos como la corrupción, la picaresca y la falta de honradez degradan todas las instituciones y casi se convierten en la base del funcionamiento de la sociedad; no nos lo merecemos, no podemos permitir que eso ocurra, hemos de conseguir, entre todos, cambiar esos cimientos por la honestidad, el trabajo bien hecho, el respeto y cuidado de todo lo público y la fraternidad.
Por eso hemos de utilizar las urnas para echarlos.
PE: Poco antes de enviar este texto a la redacción me llega la noticia de que Ciudadanos ha pedido la dimisión de Cristina Cifuentes. Se confirma, pues, lo que más arriba he escrito: “Soy consciente de que cuando se publique este artículo las cosas puede que ya no sean así, es muy posible que Ciudadanos haya cambiado otra vez su posición”. ¿Será el último cambio? Se admiten apuestas.
Gorgonio IV
13 abril, 2018 at 9:30
Lo peor de todo es que Ciudadanos se presentan como regeneradores de la vida política, un soplo de aire fresco que cambiará las cosas. Para ello vienen con el sello de garantía de no tener nada que ver con la corrupción. Inmaculados, vamos. No hay mucho tiempo para desenmascarar tanta mentira. Son la apuesta del sistema económico actual, que ha decidido cambiar de protegidos porque ya no les valen los actuales. Las perspectivas de encuestas que indican el trasvase de votos del PP a Ciudadanos así lo indican. Nos la volverán a colar como hicieron en la mal llamada modélica transición. Si no lo remediamos.