GETAFE/La voz de la experiencia (13/04/2018) – Casi todos estaremos de acuerdo en que los abuelos y los nietos disfrutan mutuamente los unos de los otros. Y es lógico con poco que lo analices: el abuelo ya está de vuelta de casi todo, ya hace tiempo que sus hijos son mayores, suele tener más paciencia y sobre todo ser más tolerante, y claro, esto les encanta a los niños, que en ocasiones se aprovechan para no respetar todas las reglas, tocar lo que no deben o ser caprichosos en los horarios; pero también aprovechan para recibir más atención, más regalos y muchísimos besos, aunque esto último no todos lo aguantan bien, les resulta un poco pesado. Pero así podríamos seguir poniendo infinidad de ejemplos, la mayoría positivos.
Ahora bien, que tire la primera piedra el que esté libre de tener algún encontronazo generacional, abuelos, abuelas, nietos y nietas, que con sus diferencias en los cuatro casos, se suelen dar las mismas circunstancias y en ningún caso estás libre de un enfado, porque después de llamar al orden una y otra vez, siguen sin hacer caso, o porque no prestan atención, no comen o no guardan silencio, etc. Y naturalmente que a los nietos, por otras razones, les suele pasar lo mismo.
Por todas estas razones, no entiendo que algunos pongan el grito en el cielo por el pequeño roce entre la reina y su nieta.
Muy distintos son los comportamientos entre suegra y nuera: en estos casos las experiencias, con cierta frecuencia y aunque no se demuestren públicamente, tienen muchas posibilidad de agriarse, hasta los mejores vinos, y aunque existen dignísimos casos de congeniar y quererse sincera y profundamente, en un gran porcentaje, suelen saltar chispas en algún momento. Supongo que tendrá su explicación aunque yo la desconozco, y por otro lado, también les digo que no lo entiendo. Como podrán comprender, me estoy refiriendo al caso de las dos reinas, que ha saltado a toda la prensa. No le encuentro explicación, no la tendría aunque se tratase de cualquier familia por muy corriente que esta fuera. Pero en este caso se trata de personas que conocen perfectamente aquello de que “la mujer del César no debe solo serlo sino también parecerlo” y aquí debería primar la educación en todo momento, máxime tratándose de personas educadas con las mejores enseñanzas, para representar actitudes correctas y ejemplarizantes. Pero volviendo al caso concreto, el comportamiento en un acto oficial, delante de toda la familia y toda España, es francamente mejorable la actitud de la reina Letizia con su suegra, la reina Sofía.