GETAFE/La voz de la experiencia (09/03/2018) – Tengo unos amigos que habitualmente, cuando al saludarles les preguntas que tal están, suelen utilizar la frase: “Bien, moderadamente feliz”. La verdad es que, si extrapolamos este estado anímico a gran parte de nuestros conciudadanos, veríamos que pueden percibirse de forma muy similar, puesto que la mayoría, tenemos motivos y razones para sentirnos felices y simultáneamente otras por las que estamos insatisfechos.
Ya en la Grecia antigua, un filósofo describió la felicidad del hombre como aquel que tiene cubiertas sus necesidades económicas, disfruta de una familia y procura el bienestar de otra gente.
Naturalmente que hay muchas percepciones de felicidad, y en la mayoría de los casos dependen del entorno donde vivas y te relaciones, y que exceptuando los motivos de salud, en el que coincidiríamos mayoritariamente, muchos confunden o se conforman con la felicidad de conseguir algo material, sea un viaje, un perro, un coche, una casa…., sin ánimo de quitarle importancia, sería aconsejable pensar, cómo y con quien, quiero disfrutar de ello, despertar el interés y disfrute de compartir, y no solo por aquello de que cuando compartes, las penas disminuyen y las alegrías aumentan, también y fundamental, porque la felicidad y satisfacción que se produce al conseguir algo para tu hijo, amigo, compañero o solo conciudadano, para ti, para otros o para la mayoría.
A la vista de estudios experiencias y recomendaciones, y dando por hecho que todos intentamos cubrirnos tanto la parte económica como la familiar, deberíamos replantearnos la felicidad de los demás y actuar pensando en las grandes cuestiones, como reducir las desigualdades, erradicar la pobreza extrema, potenciar la sanidad y la educación pública, y procurar una vida digna para todos, exigiendo una mayor y mejor redistribución de la riqueza.
Difícilmente conseguiremos la felicidad pensando de forma egoísta, sin tener presente a tu familia y a las familias de tu entorno, nuestra felicidad será efímera, si junto a nosotros viven niños mal nutridos y con todo tipo de carencias, si junto a nosotros hay familias en riesgo de exclusión social, o ancianos olvidados, y no debemos escudarnos en que los políticos no den la talla, nosotros debemos trabajar por la esperanza en la felicidad, aunque solo sea moderadamente.