GETAFE/Rincón psicológico (22/03/2018) – Esta semana se ha celebrado el conocido día del padre. Siento que si continuamos desde este lugar tendremos que incrementar los días en el año ya que estamos en una era en la que cada día se celebra un aniversario distinto.
Dudé sobre si marcar como titular a este artículo ”el día del no padre” o «el día del hombre” ya que es de estas personas de las que he venido a hablar hoy, de esas personas que por su género se identifican con la fuerza, la valentía, el trabajo y la responsabilidad y peso económico de la familia en casa. Porque sí, no nos engañemos, aunque sigamos poniendo esfuerzos en la identificación de no género a los hombres se les sigue etiquetando de todos estos rasgos.
Pero, ¿qué hay detrás de cada hombre?
Si preguntáramos a cada uno de ellos nos sorprenderíamos al saber que no todos quieren jugar su papel de duro luchador, responsable, carismático, sino que detrás de todas estas máscaras y etiquetas los hombres necesitan sentirse amados, fuera de responsabilidades, necesitan de su sensibilidad y de su vulnerabilidad, de los abrazos, las caricias y de los lloros así como de las alegrías.
¿Qué nos sucede entonces que seguimos etiquetando en muchas generaciones a esos hombres “vestidos de azul” con un “bastón“ entre sus manos?
Romper con estereotipos nunca fue fácil, romper con esa “fuerza“ metafórica tampoco lo fue.
Si preguntáramos a un hombre qué desearía en su vida nos sorprendería su sencilla respuesta: quiero ser feliz, disfrutar de mi familia, amigos, tener tiempo para mí. Nada ante lo que sorprendernos.
Los niños observan a sus figuras paternas como seguras de sí mismas, las admiran por ello y se sienten entusiasmados cuando “su papá” es el héroe, pero, ¿alguna vez nos hemos sentado a pensar cómo se siente un hombre ante tanta “presión” social?
Cada vez son más los hombres que acuden a las sesiones de psicología para gritar ese Basta Ya. “Me siento menos hombre ante mis compañeros de trabajo pues siempre hacen burlas hacia mí respecto a mi sensibilidad«, y el trabajo comienza ahí. ¿Qué le lleva a una persona a sentirse inferior o mermada su autoestima por no estar a la altura de lo que los otros demandan de él?
Si por un breve instante fuéramos conscientes de la presión psicológica a la que muchos hombre deben someterse día tras día para seguir en su personaje de hombre nos sorprenderíamos.
Cualidades como ternura, miedo, sensibilidad, fortaleza, tesón, constancia, son compatibles en un mismo hombre.
Si convivimos con ellas y abrazamos las mismas, si normalizamos las “etiquetas” estaremos abrazando la calidad de ese hombre como individuo único mereciéndose el máximo de los respetos.
Un hombre elige el ser padre. Un hombre elige ser débil, fuerte. Un hombre elige ser ÉL con su idiosincracia. Respetemos desde la individualidad a esos hombres llenos de luz que inician un camino de rupturas convencionales. Mostrémosles un ERES ÚNICO.
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