GETAFE/Tribuna con acento (12/12/2017) – Uno de los cuadros más emblemáticos del Museo del Prado es el de las Hilanderas de Velázquez. En él se rememora la fábula de Aracne, una joven a la que la diosa Atenea condenó a tejer eternamente, por atreverse a retarla y tejer un tapiz que desvelaba los engaños de su padre, el dios Zeus.
Como en la fábula, el gobierno de la Comunidad de Madrid penaliza a las familias de los niños y niñas, de los nuevos barrios de Getafe, que tienen la osadía de optar por la Escuela Pública y los penaliza escatimando la oferta de plazas escolares, sin que les importe, en este caso, romper con el engañoso principio de la “libre elección de centro”.
En este curso unos 1.000 niños y niñas de la comunidad de Madrid se han encontrado con que los centros que habían elegido estaban sin construir a principios de curso, no pudiendo comenzar el curso, con normalidad, en su propio centro educativo.
No es un hecho casual o inocente, no es un problema aislado generado por la “gran cantidad de centros que gestiona la Comunidad”, como declaraba el señor Van Grieken hace unos días, es una estrategia perfectamente planificada para promover la privatización de la enseñanza en nuestra comunidad.
Si los centros no están construidos a tiempo, si los escolares tienen que trasladarse a otros centros (en algunos casos concertados), en los que también se crean problemas, si hay que convivir con obras, carencias de aulas específicas (psicomotricidad, plástica, informática…) o espacios comunes (biblioteca, comedor, gimnasio…), si además se construye por fases, para que esto se reproduzca durante varios años, quizás se consiga disuadir a las familias de que la opción por la enseñanza pública no es la adecuada.
Pero la estrategia tiene una derivación aún más sibilina: Se trata de volver siempre a la casilla de salida, de tejer indefinidamente el mismo tapiz, de tener que luchar continuamente por el aspecto más elemental e irrenunciable: disponer del espacio físico, un centro educativo público en el propio barrio, para desarrollar la educación; como si fuese imposible evolucionar y nos encontrásemos inmersos en un bucle fatal que nos remite a muchos años atrás.
Para romper este fatalismo regresivo, la comunidad educativa, tiene que generar un tejido social que nos permita, no sólo luchar contra las trampas que nos tiende el gobierno conservador, sino elaborar estrategias a medio y largo plazo; dialogar y debatir para generar proyectos educativos propios que promuevan una alternativa educativa emancipadora frente a las políticas privatizadoras del neoliberalismo, haciendo cada vez más visible una escuela pública de calidad, abierta, de y para toda la ciudadanía.
Esto exige reforzar las organizaciones sectoriales tradicionales (sindicatos, AMPAS, asociaciones de alumnos/as, asociaciones de profesorado y movimiento social de transformación de la educación), crear plataformas transversales estables, en las que participen todos los sectores de la comunidad educativa y otros sectores sociales con dimensión educativa y cultural, recoger las experiencias de participación y colaboración en determinados centros para difundirlas y extenderlas. Hay que ser conscientes de que los grupos (aunque sean reducidos) que trabajan de forma estable son los que generan, en determinados momentos, movimientos reivindicativos y propositivos más amplios.
La Comunidad Educativa de Getafe intuye que no debe caer en las redes de ninguna Atenea.
Gorgonio IV
13 diciembre, 2017 at 8:04
Estupendo y esclarecedor artículo. Enhorabuena.
Juanma
12 diciembre, 2017 at 16:03
Cómo no compartir tus argumentos y una causa tan justa, pero no politices. Qué gobierno es el conservador el que no cede los terrenos en plazo o el que una vez cedidos se pone a trabajar. Hay que documentarse y no intrumentalizar esta causa con fines políticos.