GETAFE/La piedra de Sísifo (28/11/2017) – Escribo esto hoy, 25 de noviembre, Día Internacional contra la Violencia de Género, porque estoy harto. Estoy harto de medias tintas, de suavizar las emociones y las palabras, de no llamar a las cosas por su nombre. Asqueado de que se haya convertido en normal lo que, de existir alguna vez, debería ser excepcional; de patanes que tratan torpemente de justificarlo, de una administración que mientras habla, habla y habla, recorta las partidas para financiar la protección a las víctimas. Me repugna que, hablando de víctimas, por un simple juego de estrategia política, haya víctimas de primera, de segunda y de tercera. En definitiva, de que no nos refiramos a lo que realmente es, con las palabras que realmente deberíamos: TERRORISMO MACHISTA.
No es frivolizar el terrorismo, es dar carta de protagonismo y cruda realidad a lo que realmente consiste en someter a una mujer a través del terror. Primero con violencia verbal que persigue minar su autoestima, después pasar a la agresión física, de intensidad variable según el capricho del agresor y que, unida a la anterior, busca anular a la persona; despojarla de su capacidad de decidir, de sentir, de crear, de decir que no, de decir que sí, de tener amigas, de tener amigos, de tener familia… de privarla de su Libertad.
En el supuesto de una hipotética e imaginaria desobediencia –no olvidemos que se trata de un ser caprichoso– se siente legitimado para agredir sin contemplaciones a su pareja, no sin antes hacerle ver de todos los modos posibles que es ella la culpable y todo lo que le pasa es merecido. Esos brotes violentos van a más y culminan en asesinatos truculentos con la complicidad imprescindible de sus seres cercanos que miran para otro lado reprimiendo las arcadas por defender no sé qué vínculos familiares o de amistad. ¡Cobarde asesino el uno, cobardes cómplices los otros!
La complicidad se muestra con diferentes caras pero las más graves están en los medios de comunicación. De una parte, los hay que se ensañan con la víctima aireando detalles morbosos que no aportan nada, solo alimentan la sed de sangre y vísceras de un público enfermo que se revuelca en su propia miseria. También se ensañan usando las palabras, esta vez por omisión. Si una mujer ha sido asesinada (presuntamente, por supuesto) por su pareja, ex pareja o un terrorista que pasaba por allí, no pueden titular: “Hallan muerta a una mujer en su casa” porque eso es agredir una vez más la dignidad de esa mujer que HA SIDO ASESINADA, no ha fallecido de forma espontánea.
Hay quien dice que son enfermos. No. Son terroristas y hay que tratarlos como tales, con la Ley Antiterrorista en la mano. Todos nos felicitamos de que, después de 50 años, haya finalizado la cruel época sangrienta de ETA; pero no nos equivoquemos, en 50 años la banda terrorista asesinó a más de 800 personas, en los últimos 14 años han asesinado a 1.000 mujeres. Mientras a las víctimas de ETA se las ha cubierto sus necesidades desde el Estado, a las del Terrorismo Machista se las ha abandonado a su suerte. Mientras a las primeras les ponían guardaespaldas a las mujeres les escatimaban casas de acogida. Es triste pero es aún más indignante y vomito solo de pensar en los casos en que se llevan por delante inocentes criaturas solo para sentirse realizados como los más machos de la manada.
Me permito hacer una aportación, por si alguien la escucha y entiende que es digna de tenerse en consideración: Todos deberían tirarse el tiempo que estime la Ley Antiterrorista recluidos en cárceles de mujeres, porque ellas sabrán mejor que nadie tratarles como merecen.