GETAFE/Tribuna con acento (30/10/2017) – Se acaba de publicar una versión en cómic de la breve, pero extraordinaria, novela de Antonio Tabucchi, Sostiene Pereira. También hace unos años se realizó sobre la misma obra una entrañable película protagonizada por Marcello Mastroianni. Para mí, Mastroianni es uno de los mejores actores de la historia del cine, hizo en Sostiene Pereira una excepcional interpretación en lo que fue una de sus tres últimas películas.
La novela está ambientada en la dictadura portuguesa de Salazar, en la época que coincide con el golpe de estado franquista que también se asoma a sus páginas. Ofrece algunas pinceladas acerca de la opresiva atmósfera del fascismo y creo que refleja muy bien el hecho que suele darse en las dictaduras: Una gran parte de la población no es consciente de que viva en una dictadura, en la medida que no se salga del estrecho marco fijado explícita o implícitamente. Si eres capaz de mirar para otro lado cuando se da una paliza en la calle a alguien (“algo habrá hecho”), cuando pasas delante de un indigente ante un cartel con mala letra y piensas que “como no sabe escribir…”, cuando la miseria llama a las puertas de tus vecinos y a veces a la propia y piensas que “es mala suerte”. Mirando para otro lado, la dictadura pasa desapercibida.
Pereira es el responsable de la sección cultural del diario católico Lisboa. Poco a poco va tomando conciencia de la realidad que le rodea y entonces una frase, un gesto, puede hacer caer sobre él la fuerza dura y miserable de la dictadura. No quiero hacer spoiler (lo que siempre ha sido “no me cuentes el final”). No lo contaré pero Pereira se rebela.
Sostiene Pereira que en ocasiones tiene la sensación de vivir en una dictadura, que legisla para unos pocos, contra los intereses de la mayoría. Sostiene Pereira que la corrupción gobierna y ayuda a los banqueros mientras recorta de las pensiones. Sostiene Pereira que las trompetas victoriosas, solo tapan el llanto de la pobreza y que un trabajo ya no da para vivir y que este invierno muchas familias no podrán encender la estufa. Sostiene Pereira que eso no importa, que mires a Venezuela o Cataluña, que levantes victoriosas las banderas, que si miras para otro lado, lo demás no existe.
Gorgonio IV
2 noviembre, 2017 at 9:28
Muy buen artículo Valentín. Enhorabuena. Y a propósito de banderas izadas, es curioso cómo en estos días proliferan en balcones y fachadas. Curioso también es que cuanto más se adentra uno en un barrio «bien» aumentan su número, disminuyendo claramente en zonas o barrios de nivel económico más modesto. Todo un tratado de sociología política. Francamente curioso. Francamente.
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