GETAFE/Cultura (17/10/2017) – Si la novela negra es aquella que rebusca con mirada crítica los aspectos disfuncionales de la sociedad, la X edición de Getafe Negro no podía dejar de lado la actualidad sobre la cuestión humanística en términos no únicamente académicos, sino con carácter global, analizando su presente y futuro.
La ponencia, bajo el nombre de Humanidades y poder, ha sido moderada por Pilar Carrera, Vicerrectora de Comunicación y Cultura de la Universidad Carlos III de Madrid y ha contado con los profesores Antonio Rodríguez de las Heras, Carmen González Marín y Fernando Broncano como invitados y ponentes. El acto tuvo lugar en el Salón de Grados de la facultad de Ciencias Sociales del Campus de Getafe de la Universidad Carlos III de Madrid.
La mesa redonda ha girado en torno a diversos temas que afectan al lugar que ocupa la disciplina humanística en la actualidad social. Entendidas las humanidades, y para ello aplicando la visión academicista del XIX, como el conjunto de materias cuya disposición gira en torno a la visión antropocentrista del hombre para con su mundo, y la relación que este ocupa con aquel, los integrantes del debate han apuntado una realidad más subterránea y, como suele ocurrir en las ramas del pensamiento, más acertada. Coincidían los participantes en la deslocalización actual de las humanidades, no en términos de obsolescencia, sino como un engranaje del conocimiento en el que la sociedad no ve respuestas a sus preguntas. El trabajo del humanista es aportar nuevas realidades al presente, consiste en ofrecer aquello que nuestro tiempo reclama, directa o veladamente.
Ante un mundo cambiante, cuyas generaciones se están adaptando a la pantalla como forma vida, a la tecnología como soporte del día a día, las humanidades deben reclamar el lugar que originalmente poseían: el de la mirada periférica, el de la solución lenta pero continua, el de la adaptación con el entorno como solución, nunca como oposición.
Pilar Carrera lanzaba sobre la sala una cuestión prioritaria, la del antagonismo entre aquellos que “son de ciencias” y aquellos “que son de letras”. Antonio Rodriguez de las Heras comentó acertadamente que “el camino es la convergencia entre ambos mundos. No logramos interpretar el mundo tecnológico que hemos construido”. Por su parte, Broncano señalaba “la deficiencia de observar a la tecnología como un objeto, nunca como cultura. Nuestro entorno técnico es alienado y alienante porque no lo sabemos interpretar». Un teléfono no puede ser un mero objeto ergonómico, debemos conocer cómo y por qué funciona, al igual que un motor o una azada.
Se ha hecho mella en el futuro de las Humanidades, puntualizando la escasa demanda global que suscita la carrera como consecuencia de una empleabilidad dirigida mayormente a la gestión de la sociedad en términos materiales. Carmen González ensalzó el papel del humanista en tanto en cuanto “el valor político de su conocimiento fomenta una forma de ver la realidad alejada de dicotomías y polarizaciones”. Acertadamente, comentaban los invitados cómo la respuesta a esta preocupante pregunta la encontramos en la semilla de las humanidades: fomentar la enseñanza del pensador, buscar opciones donde otros no las ven y lograr metabolizar la cuantiosa información que tenemos actualmente para que esta no sea objeto de manipulación por parte de un poder ignorante, sino la herramienta que abra las puertas de un futuro en el que lo cognoscible sea algo más que una quimera moderna.