GETAFE/Tribuna con acento (09/10/2017) – Quiero salir en defensa de Albert Mathe pacifista de pensamiento anarquista que sin embargo se pasó a luchar en la resistencia francesa contra el nazismo. También quiero defender de Bertrand Russell muy criticado por animar a la entrada de Estados Unidos en la segunda guerra mundial. Le tacharon de incoherencia olvidando que estuvo más de seis años preso precisamente por sus ideas pacifistas, también sería encarcelado después por su activismo contra de armas nucleares. Les defiendo porque tenían claro que no se podía se pasivo ante el nazismo. Su victoria sería el final de la libertad.
Y acercándonos más en el tiempo y en el espacio a lo que en realidad ha inspirado este comentario quiero salir también en defensa de Juan Manuel Serrat una persona cuya trayectoria personal y artística ha estado marcada por la defensa de la democracia y la libertad. Como una pequeña muestra aquella renuncia a ir a Eurovisión porque él quería cantar en catalán. Sin embargo ahora unas palabras suyas expresando su opinión sobre el conflicto de Cataluña ha servido para que muchas personas le hayan tachado de la lista de los hombres honorables. Para mí todo el respeto como el mismo que le tengo a Lluís Llach o a Willy Toledo que ha mostrado el camino de la honestidad al renunciar a una próspera carrera profesional por no renunciar a expresar sus ideas. No comparto muchas de sus ideas pero si defiendo su derecho a defender sus ideas. Me parece de una cortedad de miras exasperante impugnar toda una vida por una palabra, un gesto o una idea.
Vivo en una organización de 853 viviendas que fueron entregadas todas iguales. Hoy no hay dos iguales: hay quien ha puesto un olivo, o una palmera, rosales, o mimosas, quien losa el patio, quien pone césped, quien pone un asiento de madera, quien de piedra, veo arcos abocinados, adintelados, angrelados, puertas blancas, negras, grises y marrones. En fin, la misma casa pero 853 hogares distintos. Recorred la Avenida de Europa, andad todas las avenidas. Así somos las personas, múltiples, plurales, diversas… si vamos escrutando las diferencias mal vamos. El conflicto de Cataluña ha puesto sobre la mesa la fragilidad del Estado y sobre todo de la ciudadanía. El “a por ellos” es en realidad un “a por nosotros”, “a por todos” y nos necesitamos. No sobra nadie para defender las pensiones, el empleo, la educación, la sanidad, la democracia, la dignidad. No sobra nadie. Por eso quiero salir en defensa de Serrat, de Llach, de Bertrand Russell y de Albert Mathe que era el nombre clandestino de Albert Camus cuando se incorporó a la resistencia y fue criticado por muchos sobre todo cuando escribió El Hombre Rebelde una obra que empieza de una manera absolutamente vigente y maravillosa. Empieza así:
¿Qué es un hombre rebelde? Un nombre que dice que no. Pero si se niega, no renuncia: es además un hombre que dice que sí desde su primer movimiento. Un esclavo, que ha recibido órdenes durante toda su vida, juzga de pronto inaceptable una nueva orden. ¿Cuál es el contenido de ese “no”?. Significa, por ejemplo, “las cosas han durado demasiado” “hasta ahora, si; en adelante, no”, “vais demasiado lejos”, y también “hay un límite que no pasaréis”…
Ahora nos corresponde a todos, necesitamos a todos para decir “hasta aquí”.
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Antonio Calvete
9 octubre, 2017 at 11:11
Gracias por este oportuno texto. Estamos en un tiempo muy difícil en el que mucha gente sale a la calle a expresar su idea pero, al mismo tiempo, hay otra mucha gente que, no sólo se queda en casa, sino que dice que lo que pasa en Cataluña no le interesa, que no va con él.
A esas personas habría que recordarles el célebre poema de Martin Niemöller que comienza así: “Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista…”, y termina “Cuando finalmente vinieron a buscarme a mí, no había nadie más que pudiera protestar”, porque son los que hoy dicen “Como yo no soy catalán ni independentista, ese asunto no me interesa, que lo arreglen los catalanes entre ellos”.
Piensen que este asunto va más allá de catalanes e independentistas. Va de ciudadanos, todos, que necesitamos hablar, dialogar, entendernos, para poder convivir democráticamente entre nosotros, juntos o como queramos. Y eso hemos de exigírselo a los políticos que nos gobiernan, sea en Barcelona o en Madrid.
No vaya a ser que llegue un día en que ya no podamos salir a decir lo que pensamos.