GETAFE/Akelarre (30/06/2017) – Si dijéramos que nuestras vidas son una película, podríamos observar cómo desde que nacemos hay un “director” que nos asigna un papel que hace que la película tenga sentido y, claro está, no vas a tener el mismo protagonismo si eres blanca o negra.
Para desarrollar esta película hay un guión y unos papeles que reparte el director. A continuación, veamos cómo se reparten:
Los varones son fuertes. Se dedicarán a trabajar fuera y descansar en casa. No podrán mostrar sus emociones y son educados para atacar y defenderse. Tendrán relaciones sexuales cuando quieran, se podrán casar y el cura le definirá como “marido” y dejarán a su mujer embarazada.
Las mujeres son débiles. Se dedicarán a trabajar fuera y dentro de casa. Si no lloran serán criticadas y si lo hacen serán unas histéricas. Son educadas para aguantar y sonreír mientras las babosean. Tendrán relaciones sexuales y siempre serán juzgadas por ello. Se casarán con un varón y un cura las definirá como “mujer”, se quedarán embarazadas y dejarán de trabajar fuera de casa para centrarse en su familia.
Y así es como ese director monta un sistema social en el que predomina la familia nuclear heterosexual basada en la división sexual del trabajo.
Muchas y muchos decidieron que ese papel no era el que querían tener en la película, querían mantener relaciones afectivas-sexuales con personas del mismo sexo, muchas reivindicaron que su género y su sexo no cumplían el papel adjudicado por el director, muchas decidieron vivir solas. Vamos, decidieron romper el guión que habían escrito para ellas y ellos. Hacer SU propia película.
Pero además, si no lo sabéis, cuando nacimos y nos dieron ese papel, firmamos un contrato en el que hay una cláusula que dice que si no lo cumples te meterás en un armario, tendrás que pasarlo mal por salir de él, disfrazarás el amor de “amistad”, tendrás que aguantar insultos, palizas o incluso tendrás que huir de tu país para que sus mercenarios no te maten.
Es por eso que si estos días hablamos del Orgullo LGTBI, si ondean banderas arcoíris en la mayoría de ayuntamientos del Estado, si podemos hablar de lgtbifobia, no es ni más ni menos que gracias a las valientes que decidieron romper el papel que el director de la película les había asignado, se organizaron y lucharon.
A día de hoy, se celebra el ‘Orgullo’ como una fiesta, y sí, hay que celebrar que se despenalizó la homosexualidad, hay que celebrar que se han adquirido derechos, pero no puedo dejar en este Akelarre multicolor de denunciar las últimas agresiones de nazis a parejas del mismo sexo en Madrid, ni las leyes que hacen que se siga discriminando, y sin hacer un llamamiento a toda la sociedad a volcarse en la lucha por la libertad, pues queda mucho por avanzar.
Queremos un país sin armarios, sin lgtbifobia, sin tabús, ni juicios públicos. Por eso, señoras y señores, el Orgullo no es una fiesta patrocinada por grandes marcas, el Orgullo es protesta, es rebeldía, es romper los papeles. Y que ese director, llamado ‘Heteropatriarcado’ no tenga ninguna mano en nuestras vidas.