GETAFE/La voz de la experiencia (01/06/2017) – Se suele decir que los viejos se vuelven como niños y como a los niños hay que educarlos, pero esto presenta muchas variantes y frecuentemente muchas dificultades, dependiendo tanto de los viejos como de los jóvenes, esto es, tanto de los educables como de los educadores.
“Se vuelven como niños”, claro que son tan diferentes a los niños, a los que manejas con facilidad, son pequeños y encantadores, los lavas, limpias, vistes, perfumas y te los comerías a besos; y esto ocurre en casi todas las especies, sean cachorrillos de gatitos, pollitos, corderos, potrillos, etc. Todos ellos son la imagen de la belleza más delicada y de la esperanza del futuro.
Los viejos… es otro cantar, muchos, según sus educadores (hijos o nietos) no se avienen a razones, son cabezotas, tozudos, viven en otro mundo… así se encuentran todo tipo de inconvenientes para atender y cuidar a papá, porque los tiempos han cambiado tanto, que no hay manera de que te entiendan y no digamos de que te hagan caso, y todo ello arrogándose la certeza de que es por su propio bien.
Es difícil dar unas pauta válidas para todos, hay mayores que por enfermedad, limitaciones o falta de familia, el lugar más adecuado para ellos puede ser una residencia, pero la mayoría están mejor viviendo en sus casas y entorno vecinal, y lo ideal es que estén ayudados por alguna persona válida, preferentemente familiar. Claro que es diferente cocinar para un viejo que para un niño, y no digamos si hay que ayudarle a asearse, vestirse etc., cuán placentero es hacerlo con un niño y cuánto cuesta con un viejo.
Conviene recordar aquello de “como te ves me vi y como me ves te verás” pero además, debemos razonar que la mayoría de nuestros padres, pocas veces han regateado esfuerzos para que sus hijos viviéramos mejor que ellos, tuviéramos menos carencias y mejor formación, con el fin principal de que fuéramos más felices.
Es de justicia honrar y querer a nuestros padres, porque para ellos nuestro futuro ha sido su obsesión, y aunque nunca hicieran las cosas para que se lo agradeciéramos, nuestra cercanía, afecto y cariño, son para ellos la mayor recompensa, y curiosamente para nosotros también.
Por lo general, los padres o abuelos, están siempre dispuestos para ayudar a hijos o nietos en todo lo que sea necesario, incluso casi sin poder, y por el contrario, difícilmente pedirán ayuda por tener algunas carencias o porque se encuentren demasiado solos.
jose valentin ramirez
5 junio, 2017 at 11:53
Seguramente recordarás un cuento que leíamos de pequeños:
Como el abuelo con su temblor ya había roto algún plato. Le prepararon un plato de madera. Y desde entonces comía en ese plato.
Un día el niño pequeño estaba trabajando con un trozo de de madera y una lija. ¿a que juegas? le preguntaron sus padres. El niño contestó: «No juego, estoy preparando una escudilla para que podáis comer cuando seáis mayores».
jose valentin ramirez
5 junio, 2017 at 11:47
Genial, como siempre Luis.