GETAFE/La piedra de Sísifo (16/05/2017) – Es una triste realidad, el optimismo no vende. Será por la voracidad insaciable de morbo que padece la naturaleza humana, será por la vergonzosa cantidad de monstruos que nos rodea casi por todas partes o será por un sentimiento de “defensa propia”, lógico por las constantes agresiones que sufrimos a diario; no lo sé, lo evidente es que, muchos potenciales lectores, habrán abandonado este texto ante la ausencia de olor a sangre. Qué le vamos a hacer. Lo gracioso es que otros seguirán leyendo pensando para sus adentros: “que poquito va a tardar en soltar una hostia”. Abandonad toda esperanza, Getafe es una ciudad lo suficientemente viva como para encontrar algún asunto positivo que merezca la pena comentar.
Podría escribir de las primarias del PSOE y de las distintas facciones que defienden su opción en la calle Cuenca pero, como no soy militante socialista, no lo haré. Entiendo que, quienes tienen en su mano la capacidad para decidir son gente adulta, coherente y sensata, que sabe lo que quiere y, en consecuencia, lo que no quiere. Que quienes ganen sabrán gestionar la victoria con generosidad y amplitud de miras y, quienes no venzan, extraerán algún aprendizaje de su derrota y, todos a una, trabajarán para afrontar el futuro con ilusión. Porque cualquier otra alternativa menos edificante es un lujo que no se pueden (no podemos) permitir.
Podría también hablar de los 26 despedidos de LYMA, de sus causas, del proceso y de las consecuencias de este pero, sinceramente, mi impresión es que se ha hablado demasiado y, tanto alboroto, ha tenido un efecto contraproducente. Suele suceder que, cuando hay muchas personas afectadas por un mismo asunto, hay tantas formas de afrontarlo como implicados y suelen llevarse el gato al agua las propuestas más ruidosas. Se dan, incluso, casos en que alguien está realizando una labor discreta, aunque eficaz, a la hora de suavizar las sanciones en según qué casuísticas, sin ninguna renuncia al ejercicio de sus derechos y, cuando se van produciendo avances más o menos relevantes, alguien incendia una bandera, vuelca una mesa o hunde un barco (figuradamente) y vuelven una y otra vez al punto de partida. Aun así, no pierdo la esperanza en que este desagradabilísimo asunto se resuelva de un modo satisfactorio (en la medida de lo posible) para ambas partes.
Comentar las ramificaciones locales de célebres casos de corrupción política podría ser otra manera de garantizar la lectura del artículo y, con un título más o menos contundente, asegurar su consumo masivo pero, a la podredumbre de esos casos por sí mismos, habría que añadir las emanaciones rancias que producen determinados tratamientos. Ojo, no digo que no se deba tratar en profundidad para que todo el mundo tenga conciencia, clara y cierta, de la calaña de determinados delincuentes que nos han malgobernado con una mano en el látigo y otra en la caja, no; lo que trato de expresar es el hartazgo que produce la repetición constante sin una sola variación de la misma nota musical una y otra vez. Produce hastío y rechazo.
El lector que haya llegado hasta aquí ávido de salvajazos retóricos, habrá releído ya algún que otro párrafo buscando el hachazo oculto. Esfuerzo vano, solo he escrito lo que quería decir, sin doblez (que alguno dirá que ha encontrado y me volverá a atribuir aun no existiendo) y no tengo ninguna intención de hacerlo hoy. Es decir, si manifiesto, por ejemplo, que los adalides de la “nueva política” cada día se parecen más a la versión menos recomendable de la “vieja política”; solo quiero expresar eso, nada más. No busquéis segundas o terceras lecturas porque no las tiene. Y, así, en todo.
Resumiendo, que ya me está quedando largo, vamos a hacer un esfuerzo por transmitir, a quien se toma la molestia de leernos, un mensaje positivo y optimista (al menos esta semana), de modo que las primarias del PSOE se resuelvan de manera que vuelva a ser una alternativa clara, inequívoca y contundente a las maneras del PP. Que los despedidos de LYMA perciban que son tratados con justicia y, quien tiene en sus manos el poder, descubra que también posee las llaves de la generosidad sin perder una micra de autoridad. Que los casos de corrupción, propios de la condición humana, vuelvan a ser una excepción y no la norma y, por último, que los adalides de la “nueva política” rebobinen y descubran que el torrente de ilusión que les puso donde están no es infinito, hay que alimentarlo con más trabajo e inteligencia y menos soberbia o altanería.
Sed buenos…
jose valentin ramirez
20 mayo, 2017 at 20:42
Comparto tu estado de animo… No son buenos tiempos para la música … ni la filosofía. Y la política, la política .. ausente.. no está y no se la espera.
Sísifo
21 mayo, 2017 at 16:21
¿Filosofía? Eliminada ¿Música? Desterrada ¿Poesía? Para melifluos y pusilánimes, …
¿Política? Sustituida por un catálogo de trepas sin alma que rivalizan en ver quién embauca a más gente por más tiempo.
Me quedé corto con lo de triste…