GETAFE/La piedra de Sísifo (09/05/2017) – No recuerdo ya qué año fue cuando, con buen criterio, Javier Ollero, entonces concejal de Cultura, dio la cara ante unos “taurinos cabreados” para defender la supresión de los encierros en las fiestas locales; encierros que discurrían por la calle Escaño (cuesta abajo) para luego hacer un ángulo a la izquierda (con perdón) y enfilar la plaza de toros portátil situada en el solar de la avenida Juan de la Cierva. Lo que me gustó bastante menos fue que, para aplacar los ánimos encendidos de las 4 (creo) peñas taurinas, con una capacidad de movilización nada numerosa aunque sí escandalosa, prometiera la próxima construcción de una plaza de toros en uno de los nuevos desarrollos que había proyectados.
Con independencia de que a mí, personalmente, las corridas de toros me produzcan repugnancia, pasión enfervorecida o simple aburrimiento, lo cierto es que Getafe nunca ha sido una ciudad con una afición taurina grande, ni siquiera mediana. Eran (no sé si todavía son) unos cientos de personas; añadimos el hecho indiscutible de la caída en picado del “prestigio” de la tauromaquia, ponemos sobre la mesa el dinero necesario para reparar (y hacer utilizable para otros usos) la plaza de toros y la necesidad de persuadir a los coléricos vecinos de la misma (en mayor cantidad que aficionados); metemos todo en una coctelera y, como resultado, obtendremos un dictamen de demolición inmediata de ese equipamiento caro, inútil e impopular que conviene degustar muy frío.
En ese solar donde ahora se asienta, tendría cabida (más uso y beneficio social, económico y de imagen) una infraestructura que echamos mucho de menos en Getafe, que nos priva de la organización o la acogida de grandes eventos y nos impide destacar como merecemos en el mapa de las ciudades donde se “celebra algo”. Efectivamente, me refiero a un Palacio de Congresos que disfrutaría de su situación privilegiada: magníficamente comunicado por carretera (A5, A42, M45 y M50) y sobre raíles Metrosur y Cercanías y con posibilidades de aparcamiento infinitas para quien acuda con vehículo privado o colectivo.
Cada vez que nuestra ciudad quiere organizar un congreso, feria, jornadas, seminario o cualquier otro tipo de acto de formato mediano o grande, nos vemos en la obligación de utilizar las instalaciones de la Universidad Carlos III o la Residencia de Estudiantes (con el consiguiente y cuantioso desembolso económico) o emplear instalaciones no construidas específicamente para ello, como el Hospitalillo o centro cívicos que, además, ven trastocado su funcionamiento diario. Un Palacio de Congresos (quizá con el nombre de alguna persona relevante de la ciudad) facilitaría ese tipo de organización además de estar abierto a su uso, mediante alquiler, de empresas o instituciones que le darían contenidos durante todo el año y aligerarían y mucho los costes de amortización y mantenimiento.
Convendría afrontar desde ya la demolición de una plaza de toros mal diseñada, con defectos estructurales, para un uso anacrónico con un número creciente de detractores e inútil y molesta para otros usos y, mientras se lleva a cabo, abrir el proceso administrativo para la construcción de un Palacio de Congresos que, por su fuera poco, supondría una importante inyección económica para esa zona de nuestra ciudad.
Todo son ventajas. Más vale tarde que nunca.
lom
15 junio, 2017 at 20:19
Las actividades que se celebran en la plaza de toros crea molestias a los vecinos de la zona, y supone una barrera arquitectónica para Getafe Norte.