GETAFE/La piedra de Sísifo (25/04/2017) – El castellano es un idioma muy rico en refranes, frases hechas, comparaciones jocosas y sentencias populares que rivalizan en definir algún hecho, de modo comprensible por el vulgo, llevando aparejada ya la conclusión y la moraleja, si la hubiera, a extraer del asunto denunciado.
La situación de sepsis política que afecta al Partido Popular de Madrid, muestra un alcance, no por sospechado menos sorprendente, de infección a casi todos los niveles en el área de la Comunidad. Las sucesivas sospechas, investigaciones, detenciones, declaraciones, imputaciones, nuevas ramificaciones y vuelta a empezar, se suceden en el tiempo y el espacio agotando, de una parte, los adjetivos disponibles y, de otra, nuestra capacidad para sorprendernos. Si atendemos a la calificación que de estos asuntos hicieron en el propio PP: “hechos aislados”; tenemos la mayor concentración de “hechos aislados” por metro cuadrado contabilizada en todo el universo conocido, y va a más. Esta putrefacción galopante ha esparcido un tufo denso y atosigante en el aire que respiramos, hasta tal punto que no sería extraño, con un par de casos aislados más, vernos deambular por nuestras calles con unas aparatosas mascarillas, como aparecen los ciudadanos de Pekín en los reportajes televisivos.
Veamos qué tenemos en el catálogo: “Aprovechar que el Pisuerga pasa por Valladolid”, “no hay mal que por bien no venga”, “de perdidos al río”, “no querías caldo, toma tres tazas”, “siempre hay un roto para un descosido”, “la ocasión la pintan calva”, “nunca falta una puta que confesar”, “donde otros ven un problema yo veo una oportunidad”, “tienen más cara que un saco de sellos” o, como diría el maestro Forges, “huele a calzoncillo de numantino a los tres meses del asedio”. Todo esto y mucho más para explicar por qué el Gobierno de Cristina Cifuentes ha decidido colocar una incineradora de residuos en el sur de Madrid, probablemente en el municipio de Pinto. La argumentación tiene dos vías: “Huele tan mal que no lo van a notar” o “al lado de la peste que van a respirar, cualquier tufo judicial que llegue olerá a gloria”. Otra ocasión más que aprovechan para reírse de nosotros, y van…
Ya en serio ¿qué hemos hecho los ciudadanos del sur de Madrid para merecer este maltrato permanente? ¿Votar a los que no son ellos? Alguien dirá: “Oye, que van a poner otra incineradora en el norte”. Ah, vale, entonces no pasa nada, nos van a envenenar a los del sur pero también a los del norte. “Mal de muchos, consuelo de tontos”.
Están muy bien las campañas publicitarias que conciencian a la población sobre la necesidad de separar los residuos, según su composición, porque beneficia al Medio Ambiente pero ¿una incineradora de residuos que no tienen (inmediato) aprovechamiento comercial no es muy perjudicial para la atmósfera? ¿Nos hablan constantemente de Sostenibilidad para luego “tirar por la calle de en medio” y hacer lo fácil, que es quemar los residuos orgánicos en vez de instalar plantas que los conviertan en compost (abono orgánico) y aprovechen los gases producidos en la fermentación (Biogás-metano) como combustible? En cambio proponen instalar una fuente permanente de CO2 y NOx (gases contaminantes), y productora incontrolada de unos compuestos letales, por cancerígenos de toxicidad demostrada, como las dioxinas y furanos.
Además, una incineradora produce:
Volviendo al tufo figurado: ¿Qué empresa o empresas gestionarán estas incineradoras? ¿Recibirán algún tipo de subvención en vez de pagar un canon por contaminante? ¿… (lo que todos estamos pensando)? ¿Con qué argumentos puede forzar la administración a reducir sus emisiones a empresas como Corrugados, si luego fomenta la instalación de plantas contaminantes?
Como consecuencia, vaya desde aquí mi apoyo a la Plataforma contra la incineradora Madrid-Sur y mi disposición a colaborar con ella en lo que consideren necesario.