GETAFE/Palabra de concejal (20/03/2017) – Si el análisis de cualquier realidad es lo que permite actuar sobre ella y transformarla, en este caso ese conocimiento es imprescindible para poder defender con uñas y dientes una empresa pública frente a cualquier intento de privatización. Por esa razón, siendo tanta la tinta vertida en las últimas semanas sobre los despidos en LYMA, llama la atención la falta de ese análisis. Unos usando este tema como una especie de cortina de humo y otros aprovechándolo para volver a estar en el candelero.
Frente a estas actitudes, hay quienes defendemos que la crítica y la autocrítica no solo no son malas sino que son fundamentales para avanzar. Y para ello se hace necesaria la información. Pero la falta de claridad en todo lo que tiene que ver con la gestión de lo público en general y de LYMA en particular ha llegado a tal nivel que la ciudadanía lo ha asumido como normal. Cuando no debe ser así. Hablamos de claridad no solo como un derecho, o el cumplimiento de una Ley de ‘transparencia’, sino como una herramienta para garantizar que las decisiones que se toman y las acciones que se llevan a cabo son coherentes con los objetivos colectivos que deben primar en la gestión de lo público.
En el caso de los 26 despidos de LYMA por facturas falsas, la ‘discreción’ a la que ha aludido la empresa en todo momento ha terminado convirtiendo el resultado en un mar de dudas. No podemos aplaudir un procedimiento reinado por el oscurantismo. Si creen que una cosa está bien ¿por qué les cuesta tanto contestar a nuestras preguntas? (De este caso en particular, y de LYMA en general)
Sin embargo, denunciar el procedimiento no supone defender los hechos. Denunciar “cómo lo han hecho unos” no es defender “lo que han hecho otros”. Defender las empresas públicas debe ser defender la claridad y buena gestión, donde se activen los mecanismos necesarios para detectar casos de fraude a todos los niveles, actuar con proporcionalidad y sancionar a aquellas/os trabajadores/es que hubieran cometido alguna falta. No podemos olvidar que quien defraude a la empresa nos está defraudando a todos y todas. Decir lo contrario sería hacernos trampas al solitario.
Como también es tramposo querer hacer creer a los vecinos y vecinas (la que más y la que menos conoce la empresa desde hace muchos años) que con despedir a 26 ‘curritos’ ya está todo solucionado. Pretendiendo cortar de un plumazo las críticas que siempre han existido en LYMA. Como si la situación y las dinámicas de una empresa con 20 años, una plantilla de unas 700 personas y un presupuesto de mas de 20 millones de Euros dependiera únicamente de una veintena de trabajadoras. Cabría decir que LYMA es como el propio Estado. No es un aparato neutral, al servicio de toda la sociedad, como pretende hacernos creer la ideología burguesa, sino que sirve los intereses de quienes tienen el poder económico. Con opresores y oprimidos.
En este sentido, cabe recordar al Marqués de Condorcet que ya en 1778, sobre si es conveniente engañar al pueblo, defendía el derecho al conocimiento y la gestión transparente por parte de los dirigentes:
«Los gobernantes pueden tener interés en mantener a los ciudadanos en el error, precisamente para conducirles con mayor facilidad”.
No sabemos si es esa la intención del Gobierno, pero desde luego que sí su actitud, dejando claro, además de su irresponsabilidad, su intención de que todo siga igual: sin dar explicaciones sobre como ha sido posible que se de esta situación (durante tantos años) en una empresa pública sin ningún tipo de responsabilidades, ni que hacer para garantizar que estas dinámicas no se repitan.
Y volviendo a la primera idea de este artículo: mucho se ha dicho sobre los despidos. Diferentes respuestas a la misma pregunta: despidos sí o despidos no. A lo que yo pregunto: ¿Por qué en esa defensa ‘acérrima’ de la clase trabajadora nadie hace más preguntas sobre dinámicas que van en detrimento de ésta? ¿Por qué en ese ‘orgullo’ de la empresa pública nadie exige nada a los responsables de su gestión? La izquierda transformadora debe hacer preguntas y exigir respuestas constantemente pues, como enunció Condorcet, “sería igualmente útil para la clase oprimida conocer la verdad ya que si no estuviese engañada no buscaría otra cosa que los medios más seguros para evitar la opresión”. Ese es nuestro reto.
Loli
22 marzo, 2017 at 0:47
Imposible readmisión si ya está el procedimiento en vía judicial. Ahora, Peticion de responsabilidad política si o no? Dimisión del concejal de Lyma ya!
Ángel
20 marzo, 2017 at 22:48
Es la más directa e incisiva interpretación de una situación creada por la carencia de una visión crítica de la deriva de una empresa de carácter público, que desde su creación, ya por el mero hecho de ese carácter público, todo valía. Todo siempre desde la seguridad que independientemente de quién estuviera al frente de la misma, ha sido caldo de cultivo para los más diversas y oscuras artes de la consecución de fines bastardos para intereses, personales o políticos a través de las contrataciones y así tener bazas importantes para reforzar poderes internos de partido. Hasta aquí mi visión de una realidad que nos a traído hasta aquí. Por ello me parece muy valiente, sería y atinada la posición de la compañera Vanesa Lillo, la cual considero la verdadera líder y cabeza visible de Ahora Getafe.
Gorgonio IV
21 marzo, 2017 at 22:02
Sí, pero ¿readmisión o no readmisión?
Gorgonio IV
20 marzo, 2017 at 19:13
Marqués de Condorcet aparte, ¿readmisión sí o readmisión no? Esa, creo, debe ser la cuestión principal. Al menos para los que dependen de un sueldo que ahora no entra en casa. Ellos y no lo olvidemos, sus familias, apuesto a que no tenían el gusto de conocer a tan insigne aristócrata. Mójese, señora concejala, y dejemos en paz los cerros de Úbeda.
Ángel
20 marzo, 2017 at 22:54
Creo que responde de manera nítida. Si se está contra los que de una manera u otra esquilman los intereses generales, no puede haber distinción por que se esté formando parte de un colectivo determinado.
Gorgonio IV
21 marzo, 2017 at 22:01
Sí, pero ¿readmisión o no readmisión?