GETAFE/La voz de la experiencia (31/03/2017) – Estos días he compartido Urgencias, pasillos, boxes de observación y habitación, con vecinos de nuestro entorno, donde naturalmente hemos sido atendidos por el personal del Hospital, desde la ventanilla de ingreso, los chaquetas verdes, y por supuesto los facultativos, enfermeros, auxiliares, celadores, etc. En estos trances fluyen más fácilmente las miserias y las grandezas del ser humano, y es curioso observar cómo pasamos de no pensar en nuestra fragilidad, a sentirnos insignificantes ante la enfermedad, y en gran medida podemos apreciar mejor los comportamientos de extraños y familiares.
Al lado de mi box de Urgencias, ingresaron a una señora totalmente agotada por llevar varios días sin salir del hospital acompañando a su marido, y me satisfizo ver como sus tres hijos se preocupaban tanto del padre, que se encontraba en planta, como de la madre, apreciando por sus conversaciones, su cariño y preocupación, aprovechando los huecos en sus trabajos para acompañarlos, cuando se lo permitían. Al otro lado se encontraba un señor de edad avanzada, en un estado complicado por varios problemas, alguno insalvable, y al que visitaban siempre que podían tanto su esposa como sus tres hijos, intentando acompañarle pero preocupados también por sus cuidados el día de mañana. Al box de enfrente llegó un chico de unos 30 años, acompañado de una chica de casi la misma edad, muy nerviosa porque no había forma de bajarle la fiebre.
Les hablo a ustedes de estos temas porque yo, ante otras circunstancias, estoy perdiendo la fe en el comportamiento del ser humano, pero he constatado que en estos casos importantes, una mayoría responden y se preocupan, lo que me hace recuperar la confianza en nuestra especie.
Otra de las cosas positivas de nuestro Hospital es su personal, creo que cualquier paciente podrá asegurar que la mayoría son excepcionales, y mira que no siempre se lo ponemos fácil, bien por desconocimiento de las normas, o por el afán de ponernos buenos cuanto antes. De cualquier forma, tanto en el aspecto profesional como en el humano, esta gente es estupenda.
Recordarán cuando este Hospital se instaló en Getafe, no nacía de la nada, era nada menos que el Hospital de la Cruz Roja, con sus costumbres de atención al paciente y con la sabiduría y experiencia acumulada con el tiempo, y que se ha ido transmitiendo de unos profesionales a otros, más las nuevas tecnologías y facultativos mejor preparados.
Pero ni mucho menos es todo de color de rosa, en los años que lleva nuestro Hospital en Getafe, pasó un tiempo de expansión y mejora dotacional, pero esta última etapa a juzgar por las apariencias y por las opiniones de su personal, están redoblando esfuerzos para mantener ciertos niveles, porque los pacientes y enfermedades hemos aumentando, pero los presupuestos no lo han hecho al ritmo de las necesidades, lo que se aprecia a lo largo y ancho de sus instalaciones. No entiendo cómo si tenemos más y mejores profesionales y nueva maquinaria, nos encontremos con falta de personal para atender a los enfermos, incluso escasez de monitores de observación, así como sillas o sillones rotos.
Gracias de todo corazón a todo el personal, y un ruego a la gerencia para que no recorte en nada aunque se lo impongan, porque no solo estamos hablando del prestigio del Hospital Universitario de Getafe, sino que sobre todo, estamos hablando de salud, o si lo prefieren, de vida.
jose valentin ramirez
2 abril, 2017 at 21:11
De acuerdo totalmente Luis. Tenemos que seguir defendiendo la sanidad pública con todas la fuerzas …. «en la salud y en la enfermedad».
Salud y nunca mejor deseo.