OPINIÓN/Asiento en el Pleno (10/02/2017) – Son las… y sigo sintiendo vergüenza. Ajena y propia, porque tengo un regustillo amargo en el que tengo la sensación que hasta los espectadores, sin hacer nada, contribuimos a este esperpento. No puedo ponerle hora a los puntos suspensivos, porque minuto que pasa, minuto que la vergüenza crece. El Pleno de ayer fue esperpéntico. Eso sí, nos fueron recordando punto por punto nuestros queridos concejales de Ahora Getafe cómo iba pasando el tiempo: ‘Son las… y aún no ha dimitido xxx’ o ‘aún no ha comparecido… en la comisión Púnica’. En su línea de disparar a a diestro y siniestro.
El Pleno prometía, ya lo decía Vanessa Lillo (Ahora Getafe) en una de sus intervenciones (que por cierto estuvo muy bien), y si, como propuso, la próxima vez viene disfrazada, ya no nos faltará nada para hacer una charanga. ¡Qué hay que ambientarse para Carnavales! Un pito carnavalesco y ya me echo a llorar. Se enzarzaron con la propuesta de las cláusulas suelo. Que si informe legal para arriba, informe legal para abajo, que si enmiendas presentadas, enmiendas ‘in voce’, admitidas y no admitidas… un lío. Tanto es así que en medio de la votación hubo que hacer un receso para que la alcaldesa hablara con el portavoz de IU-CM, Javier Santos (¿sobre qué tenía que votar el socio de Gobierno?) ¿Y todo para qué? Para que la oficina de asesoramiento sobre este tema se abriera hoy en la EMSV… a pesar de haber sido rechazada la moción de Ahora Getafe. «Un aplauso, señores», reclamaba Lillo.
Vergüenza la poca capacidad de exposición de los concejales de este ayuntamiento, pero vergüenza también la actitud del público. Está bien llevar pancartas al Pleno y hacer una protesta silenciosa en este caso por la contaminación electromagnética, pero ¿de verdad era necesario hacerlo mientras se leen las mujeres asesinadas por violencia machista? Y esta bien tener hambre y querer comer, pero ¿hay que hacerlo en el Pleno? Una de las increpadoras habituales de cada sesión plenaria se trajo su tupper con tortilla incluida. «¡Si tiene un cuchillo!», exclamó de repente Javi Santos (IU-CM). «Por favor, guarde la comida», le repitió insistentemente Sara Hernández a la presente, que portaba un cartel en el que reivindicaba el derecho de todo trabajador a hacer una pausa para comer. Creíamos que no se podía superar el nivel, que sería la anécdota del día, que nada podría ser más vergonzoso… pero nos equivocábamos.
Hubo receso, sí. A las cuatro y media. Había que darle tiempo al señor Juan Soler para irse, ya que había persistido en su actitud de estar en el Pleno municipal cuando tenía otras responsabilidades en la Asamblea. Se fue, se fue, no defraudó. «Con sus 285 euros en el bolsillo», se encargó de recordar Sara. Y llegó la maratón: las cuatro propuestas con el tema de la corrupción rondando por las cabezas. Que si Teatro Madrid, que si Comisión Púnica… «¿A que se pasa mal?». La mirada de Sara Hernández, clavada en la bancada popular, ahora mayormente imputada (perdón, investigada). «¿A que se pasa mal?», se regodeaba. «¿A que se pasa mal?», y hasta yo empezaba a sudar. Tan nerviosos se debieron poner que llegó la votación en la que se pedían las dimisiones de los concejales del PP… y los concejales del PP votaron a favor. Con el lío del voto en contra del dictamen desfavorable y la actitud poco favorable de este Pleno… vamos que AJ Mesa se lió. Quiso cambiar el voto y se acabó de liar. Todos querían hablar. ¿Reunión de portavoces? «Yo que soy el presidente de la junta de portavoces, no voy a asistir», exclamó Herminio Vico (PSOE). Sara Hernández, firme: «Se ha votado lo que se ha votado». Hugo Paternina (Ahora Getafe) gritando: «¡No quiero ganar una votación con trampas!». Y el secretario balbuceando, no queriendo (pudiendo) hablar. Nadie leía el resultado de la votación, ni daba marcha atrás. Sara no se movió un ápice, ni siquiera después de visionar tres veces la grabación y otras tres el audio. Se había votado lo que se había votado y los concejales del PP aprobaron su propia dimisión. Muy alto ha puesto Sara Hernández el listón de la legalidad. A partir de ahora los concejales van a tener que estudiar (no es por nada, pero ya era hora) y prepararse bien la votación. Es lo mínimo, señores. Y a partir de ahora, como sugerencia, ¿por qué no cierran las puertas del Pleno en cada votación para que nadie pueda entrar ni salir? Mejor aún, ¿por qué no las cierran al principio del Pleno y que no se abran hasta el final? Y ya de paso ¿por qué no se guardan la retransmisión para ellos solos? Que no íbamos a perder nada.
Eran las… diez de la noche cuando acabó el suplicio. Hoy he tenido pesadillas. Y sigo avergonzada. No sé por qué.
PD: No he hablado de la vergonzosa intervención de Mirene Presas (PP) con el reconocimiento a Marcos Ana. Un tribunal como el que condenó al poeta, igual de justo, se merecía para valorar su intervención y condenarla.
Maria Teresa Martinez Romero
11 febrero, 2017 at 17:43
Lo que meparece una bergueza es mentir lo primero es que lafroto noes cuado ubo eninuto de si lecio lo segundo nosoi, una increpadora co mo estai diciedo soi una persona que cuado escucho tanta mentira i cosa que se apureba i de pues no se blunple lo digo no soi como e pp i epesoe y lo de la tortilla era como rebendicar que no se puede tenenr a persona dies ora sin unde canso si llebe uncuchillo si pero era para parti la tortiña puedo estende que eso se diga pero no como bosotro lo estai diciendo lo unnico que siai algien biolento soi bosotro y acai estoi por si querei de cirme ago y con la cabeza muiata abe sitogo cogei un poco de gerplo