GETAFE/A fin de cuentas (24/01/2017) – Pereza, perecita extrema. De verdad; que no quiero oír ni hablar de la Comisión Púnica, esa macro investigación que sacó del cajón expedientes de hace tres décadas (¡tres décadas!) para gloria y regocijo de políticos que querían calmar sus ansias de convertirse en jueces por un día. En algo tiene razón Sara Hernández: se ha convertido en un circo. Era un circo cuando se convocaba y se ha convertido en un circo ahora que no se convoca, o que se convoca unilateralmente, o que se quiere convocar para reconvocar una nueva comisión.
A Daniel Pérez Pinillos lo llamaron jocosamente ‘el alcalde de la Púnica’ y hacia él han ido dirigidas las ‘iras’ socialista por el desmadre que ha supuesto. En el juego de ping-pong que tuvieron PP y PSOE citando cada vez a políticos de más alto nivel (poco más y llaman a Trump, que seguro que algo tiene algo que decir de Getafe), Ahora Getafe tuvo una posición de espectador/aplaudidor de golpes a uno y otro lado. Y cuando no se arbitra, se corre el riesgo de que la pelota le dé a uno en la cara.
La Comisión de la Púnica nació sin tener un objetivo común, al menos de la mayoría. El PSOE quería acorralar al PP de Juan Soler con sus viajes a París y sus contratos con Cofely y Waiter Music; el PP vio la oportunidad de salpicar con una trama principalmente popular hacia las filas socialistas retrocediendo a los años de Pedro Castro y por ende de Sara Hernández; y para Ahora Getafe era el momento de sacar tajada. Cuando la cosa se ha puesto seria, cuando los nombres de los comparecientes empezaban a molestar, se paralizó. De eso hace ya ocho meses. Y ahora que se quiere retomar, ¿qué tiene que ser esta Comisión de la Púnica? ¿Qué pretende desentrañar? Mientras no esté claro, mientras no haya un fin, seguirá siendo un circo.