GETAFE/Rincón psicológico (21/12/2016) – Hemos entrado en la recta final y muchas personas comienzan a manifestar lo que comúnmente viene a definirse como síndrome prenavideño, muchos de ellos, los más esotéricos buscan explicaciones a su malestar y labilidad emocional y versan sus explicaciones en la influencia de la luna llena de diciembre, el solsticio de invierno, el bullicio de gente, sin ser conscientes que lo que más presión recae sobre ellos provocándole ese malestar es la obligación que nos venden en ser felices, estar alegres en estas fechas y experimentar un mundo a mi alrededor de deseos deseados, y deseos cumplidos, pero ¿qué le sucede a esas personas, un gran colectivo, en el que los esfuerzos ya no son suficientes y se ven arrastrados a creerse estados con los cuales no se encuentran?.
No nos engañemos, por más que intentemos disfrazar nuestra infelicidad, malestar, los estados emocionales son los que son, estados de uno mismo donde el cuerpo nos habla.
Por más que me empeñe en conseguir esa felicidad, por más que sonría al espejo o por más que me ponga ese gorro de papá no el que me hará estar diferente no conseguiré lo más importante que es precisamente estar como quiero y deseo estar.
No podemos fingir las emociones ni engañar nuestros cuerpos, no podemos ni queremos permitirnos dar instrucciones a nuestro organismo de hacer aquello que no queremos o simplemente no vamos acorde con ello.
¿Qué sucede entonces? Son muchas las parejas, familias, individuos, que optan cada vez más por navidades diferentes, navidades elegidas, es decir, aquellas que el esfuerzo es precisamente el no esfuerzo, hacer aquello que uno desea, sin sentirse culpable, señalado, diferente.
A veces es vivido como todo un reto del cual si uno no da ese primer paso no sabrá que se encuentra al otro lado pero este reto merece la pena porque como todas las decisiones sí se puede conseguir.
Hace un rato mientras me disponía a escribir este artículo me llegaba otro hablando la forma en que países como Islandia vivían y celebraban la Navidad, el artículo explicaba como se recogían en casa leyendo ese libro que había sido regalado por algún miembro de la familia, esos libros de siempre de hojas de papel, donde poder subrayar, doblar esquinitas y saborearlo podía llevarse a cabo, a la entrega del libro que el mismo gobierno se encargaba de emitir por correo postal, los islandeses se recogían en sus casas junto a la chimenea y pasaban la Nochebuena y Navidad enfrascados en esa bella lectura acorde a sus gustos. Esta tradición datada de la II Guerra Mundial donde la importación más económicas que podían permitirse de materiales era la posibilidad de elaborar libros se había mantenido hasta hoy.
Esta noticia me hizo reflexionar sobre lo que tantas personas demandan en Navidad y que son criticados, recogerse en casa junto a sus chimeneas, disfrutar este día como uno más y celebrar la Navidad acorde a su deseo de poder elegir lo que hacer.
La reacción de este artículo pretende ser una mera reflexión sobre lo más importante de este año estas fechas y estos días:
Os invito a estar con vosotros que en realidad es lo más importante de estas fechas, a escuchar lo que anhelamos deseamos, a vivir lo que deseamos, a regalarnos aquello que nos merecemos y que nos hace especiales, a celebrar esa cena conmigo, a disfrutar con quienes realmente nos mueve el corazón, a pasear de la mano con ellos, a oler, escuchar, percibir, los estímulos que a mi alrededor se producen.
Os invito a QUEREROS EN ESTOS DÍAS para recordaros que sois importantes y especiales y sobretodo ÚNICOS por tener la gran capacidad de estar con vosotros y ser fieles a vuestros deseos.
Os invito a que SOÑÉIS con lo que más AMÁIS en realidad ese es el verdadero sentido de la vida.
Este es mi DESEO seguir en vosotros ahí encontraréis toda la luz del camino para poder celebrar vuestra vida.
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