GETAFE/La voz de la experiencia (01/12/2016) – Como comentaba la semana pasada, ya estamos sumergidos de lleno en las Navidades del 2016, loterías, belenes, luces, cenas, villancicos, viajes y muchas compras; en suma, alegría y fiesta.
Hoy quiero referirme a “las otras Navidades”, las que sufren y padecen mucha gente cerca de nosotros, familias, niños, jóvenes y ancianos, casi abandonados por los gobiernos, y en ocasiones por sus propias familias, soportando todo tipo de carencias, convirtiéndose en los Belenes Vivientes de Nuestro Tiempo. Sintiendo los rigores del frio, del hambre y del abandono, pero además, estos Belenes, no serán visitados por ningún Rey Mago, y ninguna estrella apuntará hacia ellos; se necesitarían muchísimas, porque son tantos y en tantos lugares.
Me genera una gran congoja el constatar la ausencia de interés e incluso de humanidad, ante esta situación, de la mayoría de los políticos, los poderes públicos y los poderes económicos. Todos ellos conocen los informes exhaustivos con el número de niños, familias, mujeres, jóvenes o mayores, que aumenta su precariedad hasta la exclusión social, y en algunos casos terminan en la calle, sin esperanza. Y me pregunto ¿a qué esperan para abrir los ojos tanto inepto manejando los hilos del poder?, ¿o es que pretenden que haya una nueva guerra con el aumento progresivo de tanta desigualdad?
Cruz Roja, ante la situación que sufren las personas sin hogar, ha acuñado la frase “son el peor rostro de la exclusión social de nuestro país”. Y ¿qué se hace ante esta situación? Los poderosos, poco, algunos ayuntamientos aumentan algo sus partidas sociales, y los más sensibles al respecto son, como siempre, la población de a pie. Los que menos pueden, aportan su granito de arena de forma directa o a través de las ONGs, y entre todos los pobres se consigue que los más pobres no mueran de hambre y frío.
Estas Navidades todos debemos preguntarnos qué clase de vida tienen las personas en esa situación, por qué una madre mata a su hija y después se suicida, cuál será la situación de otra madre que se arroja al Metro con su hijo.
Dejen ustedes, dejemos todos de mirar para otro lado ante esta problemática, y entre todos obliguemos a los poderosos a revertir esta situación. Hay que exigir dignidad, trabajo de calidad y seguridad, nadie que no quiera, debe quedarse en la calle, y por el bien de todos, debemos reducir las desigualdades.
Mientras todo esto no cambie y aunque nosotros no podamos resolver los problemas, debemos mirar de frente y con afecto a todas estas personas. Aunque sólo sea por un momento, pongámonos en su lugar y actuemos en consecuencia como un ser humano.
Como me decía un amigo, por encima de todos los derechos, normas, reglas y leyes, está el “derecho natural”, lo aprueben o no las leyes.
Que las próximas Navidades sean mejores y más igualitarias.