El bestiario de Sísifo (y V): Izquierda Unida de Getafe

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GETAFE/La piedra de Sísifo (07/12/2016) – ¿Conoces la expresión “morir de éxito”? Esa fue, más o menos, la causa de la muerte que el forense reflejó en su informe. La crisis de 2008 se cebó con los trabajadores poco cualificados y las pequeñas empresas surgidas del sabroso caldo de cultivo de la burbuja inmobiliaria. Tras el 15M, las elecciones generales de 2011, los recortes salvajes aplicados a los derechos ciudadanos (sobre todo salud, educación y dependencia), el vergonzoso rescate bancario y un desempleo rondando el 25% acercándose peligrosamente a los 5 millones, Izquierda Unida comenzó a repuntar en las encuestas superando holgadamente el techo histórico del 10% y sin síntomas de decaer. Estaba en la calle apoyando las distintas mareas y reivindicaciones y, el trastazo histórico del PSOE (el de entonces), habían elevado a la coalición a referente pujante de la izquierda.

Decían las malas lenguas que Izquierda Unida tenía militantes pero que no eran simpatizantes y ese adagio cínico se hizo realidad: un grupo de jóvenes militantes, miembros de la dirección incluso, promovió la creación de un nuevo partido político que disputaría su porción de la tarta electoral a IU. Este partido, Podemos, nació con una clara estrategia de irrupción mediática mediante la polémica inteligente y la absorción, a modo de ameba hambrienta, de cualquier movimiento que se le acercase. Dada su novedad, carecían del prestigio y el liderazgo necesario para encabezar movilizaciones de modo que, en vez de convocar para que les sigan, corrió a ponerse delante de lo que ya estaba en marcha para que lo pareciera. Todo el mundo les compró ese “producto” de puro marketing político. ¿Todo? No, Izquierda Unida, como la aldea gala, aguantaba con dignidad las acometidas.

La estructura de Podemos se vio superada por su efervescencia y fijó sus necesidades en la implantación nacional, la infraestructura existente y los cuadros expertos de los que IU estaba dotada. Para conseguirlo, emplearon un ejército de quintacolumnistas infiltrados que trataron de dinamitar la coalición desde dentro, y poco a poco lo consiguieron. IU-CM (la versión madrileña) , una de las federaciones más potentes, fue de las más reacias a “disolverse” en Podemos y, desde la formación morada se puso en marcha la máquina de picar carne. A base de falsas acusaciones de corrupción, convenientemente aderezadas por la coincidencia en el tiempo con el indigno Moral Santín y su uso de la tarjeta “black”, lograron hacerse con la dirección federal y, acto seguido, a golpe de estatuto armado, “desfederar” Madrid y dejar a sus más de 5.000 militantes en el limbo.

En IU Getafe, un grupo de jóvenes amparados por el “médico a palos”, Javier Viondi, estaba cobrando peso en la organización cuando empezaron a sonar los cantos de sirena que, desde Madrid, les llegaban con las melodiosas voces de Alberto Garzón y Tania Sánchez. Sumidos en un trance hipnótico se pasaron con armas y bagajes a la marca que, ad hoc, se había creado para nuestra ciudad, Ahora Getafe, dejando IU en manos de un par de familias (literalmente) que, con apoyos más o menos interesados y alguna que otra torpeza estratégica, concurrió a los comicios municipales de 2015 con una lista demediada, encabezada por un candidato con muchas ínfulas, poca formación y ningún tirón, Francisco Javier Santos, logrando un concejal con el que no contaban ni ellos.

Desde 1996, la presencia de IU en el Gobierno Municipal se había convertido en un clásico donde hacía de contrapeso a un PSOE arrollador, y sus logros se contaban más por lo que evitaban que hiciera Pedro Castro que por lo que ejecutaban por sí mismos. En 2105, con un gobierno en minoría de Sara Hernández con 8 asientos en el Pleno, la presencia testimonial de Javier Santos no era decisiva para conservar o no el gobierno pero, aún así, fue incorporado a la Delegación de Deportes, más por descargar de tarea a los suyos que por alimentar al clásico rival/aliado en situación de coma profundo y respiración asistida del que dudan en sacarle, desenchufando la máquina, para que la naturaleza siga su curso.

Rogad a dios por el alma de Izquierda Unida que, a la edad de 29 años,  con toda la vida por delante, fue devorada por depredadores sin escrúpulos hambrientos de carne fresca.