GETAFE/Palabra de concejal (31/10/2016) – ¿Recuerdas aquellas tardes en las que jugabas en el barrio con tus amigos del cole? Buena parte de los niños y niñas de Los Molinos nunca podrán hacerlo, porque estarán distribuidos por diferentes centros de Getafe. En muchos casos, tampoco podrán ir al mismo colegio que sus hermanos y hermanas, con el consiguiente perjuicio para las familias. El único colegio del barrio, el recién inaugurado CEIP Miguel de Cervantes, tiene una capacidad muy inferior a la demanda, lo que obliga a muchas familias a matricular a sus hijos e hijas en otros centros de Getafe. Debido a la demografía de Los Molinos, esta situación se irá agravando cada año que pase, ya que, como sucede en cualquier barrio nuevo, el número de nacimientos aumenta gradualmente durante los primeros años. ¿Cómo ha sido posible semejante falta de previsión?
Corría el año 2003, cuando el ex-alcalde Pedro Castro (PSOE) y su concejal de vivienda, el ya fallecido Ignacio Sánchez Coy (IU), presentaron el desarrollo urbanístico Los Molinos-Buenavista, el de mayor número de viviendas protegidas de toda Europa. Se planteaba como una medida de carácter social, la solución a todos los problemas de vivienda de los jóvenes de Getafe: vivienda pública situada en nuevos barrios, bien comunicados, cerca de sus familias, con precios inferiores a los de mercado y bajo la supervisión de las administraciones públicas (Ayuntamiento de Getafe, Comunidad de Madrid y Consorcio Urbanístico Los Molinos-Buenavista). Todo eran ventajas. La demanda se disparó hasta el punto de hacer necesaria la celebración de un sorteo público para adjudicar las viviendas.
Sin embargo, todo resultó muy diferente. Nadie sabe el calvario que hemos pasado las personas que nos embarcamos en ese momento en algunas de aquellas promociones: pérdidas de dinero, continuos retrasos, precios mayores de lo previsto, demandas, muchos disgustos… y nulo apoyo de las administraciones, las mismas que avalaban el proyecto y que debían haber velado por la buena marcha de las promociones.
Tal y como han publicado recientemente diversos medios, puede que la investigación judicial sobre la trama Púnica y la presunta financiación ilegal de PP, PSOE e Izquierda Unida mediante la adjudicación de parcelas a través de pliegos amañados, nos ayude a comprender las verdaderas motivaciones de unos gobernantes que nunca fueron demasiado diligentes en sus labores de supervisión, ni parecían entender que detrás de esas jugosas operaciones urbanísticas había personas, personas que iban a necesitar unos servicios, al menos los mínimos. Quizá por eso, cuando, tras numerosos problemas, algunas promociones de Los Molinos empezaron a entregar sus viviendas en 2011, las personas propietarias se encontraron un barrio incomunicado y sin dotaciones de ningún tipo.
Han pasado cinco años desde entonces, trece desde la presentación del desarrollo urbanístico, y Los Molinos sigue siendo un barrio fantasma. Abandonado. Olvidado. A la escasez de infraestructuras educativas se suma la ausencia de dotaciones sanitarias, el lamentable estado de las zonas verdes, la falta de pistas deportivas, centro cívico, biblioteca o cualquier espacio cultural o deportivo, solo contamos con un pequeño centro social. El Ayuntamiento tampoco ha ofertado ningún curso ni actividad en nuestro barrio. Ante esta escasez de infraestructuras y servicios, y considerando la ubicación del barrio, cobran mayor importancia los problemas de movilidad: el acceso a la estación de El Casar sigue cerrado, no tenemos punto de GBici y las líneas de autobuses tienen una frecuencia claramente insuficiente y no cubren las necesidades del barrio.
De entre todas las carencias en infraestructuras, la más flagrante es la situación del colegio CEIP Miguel de Cervantes, construido por fases y con un tamaño claramente insuficiente. Tras un pasado curso muy convulso, y tras la odisea que tuvieron que vivir los niños y niñas matriculados en el colegio, con desplazamientos diarios al colegio CEIP Gabriel García Márquez, la primera fase fue terminada finalmente este verano, con un año de retraso. Antes de ser inaugurado, el colegio ya se había quedado pequeño.
El Miguel de Cervantes, concebido originalmente como escuela infantil, fue reconvertido posteriormente en colegio, pero acarrea desde el inicio problemas de espacio derivados del proyecto inicial. Con solo siete aulas de Educación Infantil (cuatro de 3 años, dos de 4 y una de 5) y una sala polivalente reconvertida en aula de 1º de Educación Primaria, la infraestructura no puede dar respuesta a las necesidades de educativas del barrio y este mismo año ha superado las ratios de alumnos por aula en varios grupos. Teniendo en cuenta que en el año 2014 nacieron 181 bebés en el barrio y en 2015 la cifra asciende a 235, resulta evidente que se necesitarán muchas nuevas plazas cada año si se pretende escolarizar a todos los niños y niñas.
Por eso, resulta incomprensible que la Comunidad de Madrid insista en un modelo de construcción por fases, que aplicado en otros colegios, como el CEIP Emperador Carlos V de El Rosón, ya ha demostrado ser un modelo fallido e ineficaz, ya que no se adapta adecuadamente a las necesidades y obliga al alumnado a convivir con las obras durante años. La negativa de la Comunidad de Madrid a construir el colegio completo, ignorando los datos demográficos, resulta inadmisible y muy preocupante para las familias del barrio que tendrán que escolarizar a sus hijas e hijos en otros centros educativos.
Ante la falta de respuesta por parte de las instituciones, solo quedan las reivindicaciones y la movilización. El colectivo vecinal Los Molinos Existe, que viene denunciando desde hace más de un año las carencias del barrio y trabajando para construir comunidad, ha convocado, en colaboración con el AMPA del CEIP Miguel de Cervantes, una jornada lúdica y reivindicativa en Los Molinos el domingo 13 de noviembre, para informar a los vecinos y vecinas del barrio, recoger firmas y preparar movilizaciones.
Javier
1 noviembre, 2016 at 10:49
Muy buen artículo salvo la patada a la lengua española del niños y niñasm vecinos y vecinas, no nos hagáis tragar con ruedas de molino, que esos mismos niños pueden leer este artículo y aprender a expresarse de forma incorrecta.