La voz de la experiencia… ¿de qué?

GETAFE/La Voz de la Experiencia (14/10/2016) – Como algunos de ustedes sabrán, colaboro con este medio con algunos artículos, que su directora encuadra en una sección que denomina La Voz de la Experiencia, no conozco su razón, quizá porque nuestro trato se forjó a lo largo de los 16 años que he sido presidente de Cruz Roja Española en Getafe, y aunque, de siempre he sido muy sensible a los temas sociales, estos últimos 16 años, me han sido fundamentales en el conocimiento de las personas, y las razones que les han llevado a una situación de vulnerabilidad, de la que no es fácil salir porque, ni los gobiernos ni gran parte de la sociedad, tienen interés sincero.

Volviendo a la cuestión, Raquel, no solo ha colaborado en todos los temas de Cruz Roja, sino que, como periodista profesional, ha seguido todos estos años, la vida y milagros de nuestra actividad en Cruz Roja, y efectivamente en estos temas, algo de experiencia creo que tengo. Claro que en mis artículos, no solo toco temas sociales, y naturalmente, no me considero un experto en determinados casos, salvo la lógica de haber vivido más de 70 años.

Esta reflexión viene a cuento, porque ayer, un amigo, me saludó con un: “Hola, voz de la experiencia”, supongo que fue una expresión amigable y cariñosa, pero que, honradamente tengo que reconocer que, en algunos artículos más que la voz de la experiencia, hago una reflexión particular sin más, aunque, eso sí, formada a partir de mirar las cosas desde las personas, porque esa ha sido y es, mi gran pasión. Tengo otras pasiones, la poesía, la música, todas las músicas, en especial la clásica y el flamenco, pero soy un enamorado de las personas.

Ustedes saben de qué personas hablo, de esas personas que tienen algo importante que contar, y quizá, de todas ellas, he ido aprendiendo la sensibilidad para con los más desfavorecidos, este fue el aprendizaje a lo largo de mi vida y que he tenido la suerte de contar con grandes personas, empezando por mi maestro rural D. Miguel, dos amigos de mi padre y míos, Prudencio Juárez y Rafael Serrano, profesor uno y cirujano el otro, pero enamorados del campo y de sus gentes, D. Miguel Ruiz Ayucar, jesuita clarividente, varios catedráticos de la Carlos III, especialmente D. Gregorio Peces Barba y D. Antonio Rodriguez De las Heras, y en el entorno getafense, D. Manuel de la Peña y D. Cesar Navarro. Estos y otros muchos forjaron mi pasión por las personas, y probablemente, mi atrevimiento para exponer algunos puntos de vista personales, sobre cuestiones en las que no soy un experto, solo un apasionado del ser humano.