OPINIÓN/El rincón del lector (10/10/2016) – A la vista de cómo van respondiendo los partidos de izquierda a la situación de los últimos días, pocas esperanzas nos dejan a la gente de izquierdas. ¿Cuáles son las posibilidades?
Una, el PSOE vota no a Rajoy en bloque y acuerda la investidura de un candidato con otros partidos de izquierdas. Dos, El PSOE vota no a Rajoy en bloque pero no hay acuerdo con el resto de la izquierda y hay terceras elecciones. Tres, el PSOE se abstiene (en bloque o no) permitiendo la investidura de Rajoy. Como la primera y la segunda ya parecen de todo punto imposibles, no es que queden pocas esperanzas, es que no queda ninguna.
Las dos primeras no son posibles porque los partidos que a sí mismos se llaman de izquierda no quieren que lo sean. El PSOE se rompió en mil pedazos el sábado 1 de octubre. Izquierda Unida, al unirse a Podemos después de sus últimas divisiones, ha dejado prácticamente de existir. Podemos (si es que es de izquierdas) ha puesto todo su esfuerzo y potencial, no en ofrecer un proyecto de gobierno, sino en sustituir al PSOE y hacerlo desaparecer. Ahora no se trata de repartir culpas, de ver quien ha hecho más o menos para llegar a esta situación; en concreto, ya no importa determinar sin lugar a duda alguna quién hizo imposible un gobierno de izquierdas y la defenestración de Rajoy y del PP.
De lo que se trata ahora, en mi opinión, es de saber qué podemos hacer los huérfanos. Porque ya nos lo dijo El Roto, tan clarividente siempre: “¡La derecha con la derecha y la izquierda contra la izquierda!”. Porque la consecuencia de esta eterna lucha de la izquierda contra la izquierda es la orfandad de los que, una vez más, confiamos en que podrían ponerse de acuerdo, podrían olvidar las conveniencias partidarias propias de la vieja política y ofrecernos un proyecto, aunque imperfecto ¡claro!, pero capaz de devolver la esperanza y, por tanto, la confianza en la política y en los políticos.
¿Piensan, honestamente, los dirigentes socialistas que escenificaron el penoso espectáculo del pasado día 1 que hicieron algo a favor del socialismo? ¿Piensan, honestamente, que los socialistas que no somos dirigentes los podemos considerar líderes? ¿Piensan, honestamente, que podremos seguirles allá donde nos digan que debemos ir?
¿Deberíamos, entonces, echarnos en brazos de Podemos? ¿En brazos de un partido que no ha querido definir su ideología (ni izquierdas ni derechas, socialdemócrata, comunista, trasversal…) para poder, así, abarcar un pedazo más grande de la tarta ideológica? ¿En brazos de un partido que, proclamándose adalid de la nueva política (¿?), todos los días nos ofrece actuaciones propias de la vieja política que dice detestar? ¿En brazos de un partido que se escandaliza por la discusión pública del PSOE pero a la propia entre sus dirigentes la llama debate público? ¿En brazos de un partido que se ha apresurado a proclamarse líder único de la izquierda en lugar de intentar de verdad construir una izquierda potente y sólida, con toda la izquierda, para expulsar de una vez al PP?
El problema que tenemos los de izquierdas es que ya no podemos decir si queremos más a papá o a mamá: los dos nos han abandonado.
La única pequeñísima posibilidad que queda, puesto que hay que dar por perdida la de que hubiera un acuerdo PSOE-Podemos (con los apoyos necesarios), es que el PSOE mantuviera la única posición digna que, hoy por hoy, debería tener: abstenerse y arrostrar las consecuencias de tener menos escaños en las siguientes elecciones. A partir de ahí, uniendo dignidad con oposición real y dura al siguiente gobierno del PP, quizá sería posible obtener el reconocimiento de la gente de bien, de los que añoran el socialismo verdadero, en un futuro más o menos próximo.
Solo así quizá podríamos los huérfanos creer que nos queda alguna esperanza.