El experimento

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OPINIÓN/La piedra de Sísifo (20/09/2016) – Si hiciéramos un experimento consistente en coger un niño en Navidad, hacerle escribir su carta a los Reyes Magos, ponerle delante lo que haya pedido y no permitirle tocarlo hasta la Navidad siguiente; el chaparrón de críticas, acusaciones de abuso y denuncias por una crueldad intolerable e innecesaria, además de merecido, sería de una intensidad torrencial. Vendrían las televisiones a conectar en directo para sus informativos, harían preguntas incisivas y contundentes, se escribirían sesudos editoriales hablando de los límites de la maldad humana y, con mayor o menor virulencia, nos pondrían a escurrir en las tertulias de radio y televisión.

En función de cuál fuera el medio de que se tratase y de sus sesgo editorial, podríamos recibir un tratamiento que iría de la travesura sin gracia que se te ha ido de las manos a la autoría de un crimen de lesa humanidad. Todo con un denominador común: propinar una severa ración de bofetones; bien a mano enguantada en seda, bien a base de puñetazos blindados con guantelete. Hasta ahí, todos de acuerdo.

Supongamos ahora que en el dichoso experimento, sustituimos la figura del niño por la de un barrio entero y, los deseos navideños, por una necesidad social. ¿Qué nos encontramos? El capricho absurdo, incomprensible, gratuito y no desprovisto de ciertas dosis de sadismo de mantener cerrado el acceso a la estación de El Casar desde Los Molinos por la única razón de que a Metro de Madrid no le ha dado la gana. Lisa y llanamente.

Más allá del lógico reflejo en los medios locales, y no en todos por cierto, no se han visto por la zona unidades móviles, no se ha preguntado a los sufridos viajeros a la bajada de un vagón, este será, humildemente, el primer artículo de opinión al respecto y las tertulias están muy entretenidas, buscando sentido a unas hipotéticas terceras elecciones o culpando a quien corresponda del impasse político que nos atormenta, para entretenerse en estas menudencias localistas que sólo afectan a cuatro mil vecinos de nada.

Una última consideración: todos sabemos quién gestiona Metro de Madrid y cuál es el color del Gobierno Municipal de Getafe. ¿Qué sucedería si Metro hubiera terminado su parte hace meses y no pudiera usarlo la gente porque al Ayuntamiento no se hubiera dado la gana realizar la suya? Pues que saldríamos avergonzados hasta en la hoja parroquial de Vitigudino y los vecinos ya habrían intentado quemar el ayuntamiento tres veces. ¿Por qué no sucede así al contrario? No lo sé, pero eso merecería al menos otro experimento

Redacción Getafe Capital