Su paciente «está aún en quirófano, pero parece que la operación va bien». Juan Yuste, director del Festival Cultura Inquieta, aún no quiere relajarse, porque resta la traca final de la edición de 2016 que pretende convertir Getafe en un auténtico sambódromo de la mano de Carlinhos Brown. Pero aventura una primera valoración de lo que han sido tres intensas semanas de música, estrenando nuevamente ubicación, en el polideportivo de San Isidro. «Estamos satisfechos porque el festival, que cumple su séptima edición sigue in crescendo». Recuerda aquellas primeras ediciones en el Hospitalillo de San José «que se han idealizado y sobredimensionado mucho. Allí abríamos algunos días con 150 entradas vendidas: eso es imposible de sostener».
El crecimiento que se ha experimentado ha sido espectacular, a pesar de la complejidad que supone estar «en una ciudad como Getafe, que nos encanta, pero que dificulta más las cosas a la hora de acercar a la gente». Pero «sentimos que el festival ha cuajado en la ciudad: se siente, se respira, ya forma parte de la ciudad y Cultura Inquieta se ha convertido en un gran embajador de Getafe».
Lo que nació siendo un festival que apostaba por las músicas negras y afroamericanas es ahora un festival global de la música. «Abarcamos desde flamenco a hip-hop, pasando por el mestizaje o cualquier otro tipo de música en nuestra línea de apostar por la diversidad«. Eso combinado con un nuevo escenario que ha complementado el festival («Cultura Inquieta es mucho más que un festival», repite Yuste): el Espacio Mercado ha permitido ser un lugar de exposiciones, de intercambio de libros y discos, talleres también para niños… «Tenemos que ir sembrando. Hace falta pico y pala».
Mucho trabajo es lo que requiere este festival, que en esta edición (a falta del último tirón) rondará entre los 35.000 y 40.000 asistentes. «Poner en marcha y sostener este festival cuesta 800.0000 euros«. Ingresos que vienen por parte del Ayuntamiento en una parte, y también por la venta de entradas, de las barras, y de sponsors privados. «¿Quieren que estas cosas pasen en Getafe?», pregunta Yuste en voz alta ante las críticas surgidas por la inversión que hace el consistorio. «Hay que poner sobre la mesa lo que ofrece Cultura Inquiera y no hacer valoraciones malévolas, distorsionadoras y torticeras».
«Estamos construyendo algo bonito; algo que tiene que ver con la cultura como arma de transformación social«. Un festival donde conviven familias, jóvenes y mayores, y que ha tenido momentos brillantes en esta edición. «Tuvo una gran afluencia la jornada de con Juanito Makandé y Muchachito; pero también fue importante para nosotros que saliera a la perfección la jornada de hip-hop y rap, sobre la que se había creado mucha polémica con una batalla que no es competencia nuestra con la presencia de los Chikos del Maíz. Que se celebrase con normalidad, y ver disfrutar a los chavales de entre 16 y 24 años que son el público natural y que está muy estigmatizado, ha sido una gran satisfacción».
También jornadas «mágicas», como el concierto de Pink Tones, que «aunque había 1.200 personas nada más fue imborrable»; o la presencia arrolladora de Ara Malikian; o el gran espectáculo que proporcionaron la Fundación Tony Manero o Nik West «que sonaban tremendo desde el escenario».
Pero aún hay más, porque este viernes llega Carlinhos Brown «que va a ser un auténtico derroche. Únicamente da dos conciertos en España y viene con disco bajo el brazo. Queremos recuperar aquella fiesta que se vivió en Madrid en las fiestas del Orgullo de hace algunos años, ese espíritu». Yuste está convencido de que será una gran fiesta por la que han apostado especialmente. «Es un artista con un caché importante, pero hemos querido poner las entradas a 18 euros, para que el suelo del festival huela a goma quemada de tanto bailar«. Él, junto a músicos brasileños, batukadas… pondrán la guinda final a este pastel de Cultura Inquieta.