En esta semana electoral, me va a permitir querido lector, obviar parcialmente el asunto estrictamente local para compartir con usted una de esas curiosidades que elección tras elección nos depara la siempre sorprendente mente humana.
Bajo este sugerente título quiero englobar el voto de aquellos ciudadanos que siendo militantes, afiliados o simpatizantes confesos de una formación política determinada votan a otra de manera deliberada por razones diversas.
No existe mejor ejemplo que los cinco mil militantes de Izquierda Unida Comunidad de Madrid cuyos miembros se consideran “expulsados” de la formación por la denominada “desfederación”, cuyo voto, creo, a nadie le cabe la menor duda, no será bajo ningún concepto para la confluencia de Unidos Podemos.
Evidentemente por oposición a la dirección de su propia formación política son muchos militantes que utilizan determinadas elecciones en los distintos niveles de la administración para impulsar votos opuestos a su propio partido, ningún ejemplo mejor que la diferencia de votos que obtuvo en las elecciones autonómicas y municipales del año 2011 los candidatos socialistas a la Comunidad de Madrid, Tomás Gómez, y al Ayuntamiento de Getafe, Pedro Castro, diferencia que supuso la pérdida de control del Gobierno municipal tras tres décadas ininterrumpidas.
Con la aparición de nuevas formaciones políticas en el tablero electoral también existe el intento de hacer girar determinadas políticas a un ámbito concreto, más de izquierdas, más de centro o más de derechas o aún más específicas como pueden ser en el entorno de políticas en defensa de los animales o ecologistas.
Sinceramente creo que se trata de números irrelevantes en elecciones de ámbito nacional pues serán muchos militantes del Partido Popular quienes voten a Ciudadanos para debilitar la posición de Mariano Rajoy, serán muchos militantes de Ciudadanos que votarán a Rajoy para debilitar la posición de Rivera, militantes del PSOE votarán a Ciudadanos y Unidos Podemos para expulsar a Pedro Sánchez y militantes de Unidos Podemos al PSOE para debilitar la posición de Pablo Iglesias, y así múltiples combinaciones de militantes de unos partidos que votarán a otros en un inmenso juego de suma cero.
Si algo demuestra esta realidad es que a la hora de votar, incluso los individuos más ideologizados, anteponen los intereses individuales a los colectivos, las fobias a las filias o los egos a las necesidades. El próximo domingo se volverá a producir la paradoja de que nuestro voto “egoísta” se puede volver en nuestra contra por el egoísmo de quienes le reciben, la negación de los pactos generará frustración o unas terceras elecciones algo cada día más cercano.
Sea como fuera no dejen nunca de participar en unas elecciones, voten, como quieran y a quien quieran, pero no renuncien a uno de los derechos y obligaciones que más ha costado conseguir para el ser humano.