En el artículo que publicamos el pasado 4 de mayo hablábamos sobre la hiperactividad infantil y sobre la importancia del diagnóstico y el tratamiento precoces para limitar las dificultades escolares, familiares, sociales y psicológicas que derivan de esta patología. ¿Pero qué pasa cuando el niño crece? ¿La hiperactividad (TDAH) desaparece? ¿Sigue presentando estos mismos problemas en la edad adulta? Aunque la hiperactividad se asocia a la infancia, esta puede perdurar en la edad adulta (sobre todo si de niños no han sido tratados), estimándose que hasta el 70% puede seguir presentando algún tipo de dificultad.
Actualmente se cree que solo el 1% de los adultos están diagnosticados con esta patología, a pesar de que cada vez son más los casos identificados. A menudo la consulta se realiza después de que algún hijo esté siendo tratado por hiperactividad. Es en ese momento cuando comienzan a darse cuenta de que durante su infancia ellos presentaban la misma sintomatología que sus hijos.
En efecto, uno de los aspectos que hay que tener en cuenta a hora de diagnosticar un trastorno de hiperactividad en el adulto, es que la sintomatología debe estar presente desde la infancia (al menos desde los 7 años) y los síntomas deben interferir significativamente en al menos dos áreas: social, laboral y/o académica, familiar, etc.
Las manifestaciones clínicas en el adulto se expresan de manera diferente que en la infancia: así, la agitación motriz que solemos encontrar en los niños suele desaparecer progresivamente con la edad siendo más frecuente la inatención, la impulsividad, las dificultades de organización, apareciendo un sentimiento de inquietud que les impulsa a estar realizando actividades continuamente y que les genera una gran ansiedad.
Por otra parte, estudios realizados muestran que aquellas personas que no han sido diagnosticadas y tratadas adecuadamente en la infancia presentan un bajo rendimiento académico y por tanto su formación académica es menor, la adaptación laboral es peor y tienen mayores dificultades de adaptación social.
Desde el punto de vista psicológico se considera que entre el 60 y el 70% de los adultos con TDAH presentan baja autoestima, dificultades para regular y controlar sus emociones, tendencia a la depresión y a la ansiedad. Además existen casos frecuentes de adicciones al alcohol, las drogas, el juego, etc., presentando además frecuentemente conductas de riesgo.
Por todas estas razones, insistimos en la importancia de consultar con un especialista si sospechamos que nuestros hijos puedan padecer TDAH, limitando así las consecuencias que pueden tener no solo en la infancia sino también en la edad adulta. Ya en la edad adulta, recomendamos privilegiar el tratamiento, establecer en su vida cotidiana unas expectativas realistas adaptadas a su situación actual, planificar las actividades y sobre todo, no dude en pedir ayuda: el apoyo emocional de familiares y amigos es esencial para llevar a cabo las tareas más fácilmente y afrontar el tratamiento de forma positiva.
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