Nos encontramos a las puertas del verano, estación maravillosa para vacaciones de chicos y grandes, propicia para visitar los pueblos y compartir recuerdos y vivencias con familiares y amigos, tiempo de recoger la cosecha de trigo, cebada, avena, lentejas, garbanzos y un sinfín de productos, sin olvidarnos de las huertas tradicionales con sus hortalizas frescas. ¿Recuerdan ustedes el sabor de un tomate o un pepino recién arrancado de su mata?, perdonen ustedes que casi me emocione con estos temas, porque hoy, solo pretendía darles unas recomendaciones, para que extremen los cuidados, fundamentalmente con niños y ancianos, aunque son válidos para todos, en cuanto a la exposición al sol y al calor del verano.
Los que viven y trabajan en el mundo rural, suelen ser cuidadosos por experiencia, y a nadie se le ocurre salir sin sombrero ni agua.
Mis recomendaciones van más dirigidas a los que viven en las ciudades, que con mucha frecuencia, al irse al campo, playa o simplemente al parque, no tienen en cuenta, que nuestro cuerpo y sobre todo nuestra cabeza, solo soporta el sol durante un corto tiempo, que de prolongarse, corremos el riesgo de insolación y deshidratación, esto, como os apuntaba, se agrava seriamente con los niños y los ancianos, porque sus mecanismos físicos, no les piden el agua imprescindible para el correcto funcionamiento de sus cuerpos, y hay que insistirles frecuentemente para que beban, y mantengan puesto el sombrero o gorra.
Como todos ustedes saben, la mayor parte de nuestro cuerpo, está formado por agua, y esta es fundamental y necesaria para el normal funcionamiento de nuestras células, y dado que el calor propio del verano, y no digamos el sol directo, consumen mucho agua, más la eliminada por el sudor; hay que preocuparse de reponerla.
Recordemos
Feliz verano.