Muchos son los momentos en nuestra vida en que tras una ruptura, una separación, sentimos que nuestro corazón se ha roto en pedazos y percibimos un futuro incierto sin mucha visión de futuro.
Percibimos cómo todos nuestros proyectos que hasta ahora nos parecían alcanzables, sencillos y entusiastas se vuelven imposibles, difíciles y no encontramos motivación alguna en llevarlos a cabo.
Es muy probable que nuestro entorno nos dé consejos del tipo «todo pasará», «era lo mejor que podía haber sucedido», «ya verás como en unos días estarás mejor» o nos instruyan con refranes como «a rey muerto rey puesto». Y aunque se trate de nuestros amigos y familiares estos consejos nos provocarán el efecto contrario al esperado o incluso deseado.
¿Qué está pasando entonces? ¿Estoy peor de lo que imaginaba? ¿Debo sentirme alegre, optimista y feliz para no autodestruirme y dar lástima al otro?
Estas y otras reflexiones aparecerán por nuestra cabeza en forma de torbellino, irregular, rápido y fugaz y creeré que todo ha terminado, y me inundarán sentimientos culpables donde querré dar razón a todo lo sucedido, y me esforzaré en bloquear mis emociones para poder estar a la altura de que lo que me dicen es lo mejor. Y cuando perciba que no soy capaz de mostrarme como al otro le gustaría me volveré a meter en mi burbuja sin apenas poder salir.
Es importante reconocer qué me pasa, cómo me siento, qué percibo, y respirar este momento: de esta forma podré ir acorde a mis sentimientos y podré expresarlos de forma auténtica sin juicios y ME PERMITIRÉ EXPRESAR lo que realmente siento.
Me gustaría darte unos pequeños consejos para estos momentos donde el corazón duele tanto que es difícil identificar cómo me siento:
Si tu disfrute del momento se transforma en forma de lágrimas permítete que salgan y ABRÁZALAS. También eres TÚ y están BIEN.
Estos pasos te ayudarán a tomar contacto con tu momento PRESENTE y desde ese presente podrás seguir caminando.
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