Bienvenido verano… o no

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20 de junio; iba escuchando en la radio mientras conducía camino de la consulta, que ese día era considerado por muchos el mejor día del año, el día iba a ser el más largo del año, el sol tardaría en meterse y las horas de luz se incrementarían como consecuencia, despertando al verano a las 00.35h de esa misma noche. Por un instante sentí como el entusiasmo con el que los locutores lo trasmitían estaba provocando en mí el mismo anhelo, deseo y afinidad en ser la mejor noche del año,  en ese preciso instante todos mis sentidos estaban conectados con las voces y lo que era más sorprendente con el entusiasmo de ellos y por un instante creí percibir la misma satisfacción que ellos.

¿Qué estaba ocurriendo? Mi estación preferida del año era el otoño, aquella en que los árboles lloran o quizás se aman permitiéndose esa limpieza profunda de sus hojas para volver a crecer con más fuerza, me encantaban los colores ocres del otoño, el sentir la lluvia al chispear y esas primeros susurros del viento y ese perderme entre los bosques escuchando cada sonido del mismo dejándome mecer por cada uno de los sentidos que me provocaban esos momentos.

Paré por un momento y me puse a reflexionar qué estaba sucediendo en mí para que las palabras de los locutores hubieran atravesado mi alma, mi espacio y me hubieran hecho conectarme con su vitalidad llegando incluso a valorar la estación del verano y en particular ese día como uno de los mejores del año… y es entonces cuando volví a descubrir el PODER DE LAS PALABRAS, LA INTENCIÓN de las palabras, y el efecto que provocan cuando son pronunciadas desde nuestro deseo y autenticidad más profundo.

A veces nos expresamos sin detenernos a pensar aquello que queremos decir al otro,  estamos inmersos en un cúmulo de ruidos internos que nos hacen estallar como una olla en ebullición, y no somos conscientes de lo que realmente queremos trasmitir, es por ello por lo que todos nuestros sentidos se pierden y se desconectan sin llegar a una sincronicidad de pensamiento, emoción y acción.

Muchas veces en terapia invito a mis pacientes a que hagan una silueta de su cuerpo, cabeza (pensamiento), tronco (corazón, emoción) y miembros inferiores (acción); les invito a que observen cómo de sincronizadas están estas 3 partes de su cuerpo, a continuación les propongo caminar por la sala y que se observen que se escuchen internamente y es entonces cuando se produce el DESPERTAR, cuando tomo conciencia de MÍ, de lo que DESEO, de lo que QUIERO y de lo que me PROPONGO A HACER  en la vida.

Si conecto con mi emoción podré poner palabras a lo que siento en ese momento, podré empezar a CREER EN MI y podré dirigirme a la ACCIÓN.

El poder de las palabras… la intención de las mismas para transmitir.

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Redacción Getafe Capital